Abusando de la aquiescencia que Vuestras Reales Altezas, han demostrado tener en otras ocasiones con este vuestro leal súbdito, me he permitido la libertad de escribiros un año más. He de reconocer que ya soy mayorcito para cartas. Aún así atréveme una vez más a dirigirme a sus Majestades con la intención de hacerles partícipes de mis deseos.
En el año que hemos cerrado, se han puesto una vez más en evidencia carencias tan necesarias como las referentes a: educación y civismo, sentido común, respeto a la sociedad y al ser humano, cuestiones éstas que siendo tan ineludibles, una vez más quedaron escasas. Lo que a mi parecer estaría muy bien, nos trajesen unas cuantas dosis para poder inyectar en esta convulsa sociedad.
A sus Señorías, los nuestros gobernantes, yo les rogaría les dejasen unos fuertes y efectivos tratamientos, con el fin de hacerles mejorar en sus capacidades laborales. No en las de producir y generar nuevas Leyes, no, que de éstas ya tenemos incluso las de ediciones anteriores y algunas de ellas hasta repetidas, más bien… y lo vemos cada día en las calles y aceras de nuestras ciudades, en que se aplicasen en hacerlas cumplir.
Para Hospitales y Personas que a diario se desviven por cuidar de nuestra salud, aún a costa de privarse incluso de poderse comer las uvas en familia, por estar de guardia. Yo les pediría que les asistan con algo más del preciado material y medicinas que necesitan para curarnos y poder ejercer adecuadamente sus funciones. Ah… y a ser posible cólmenle con algún adecuado regalo que les compense en sus esmirriados sueldos.
Acuérdense también del aplanado y muy consternado personal Docente. Les ruego a Sus Majestades les procuren de una vez por todas el olvido que la política y los políticos deben de hacer con ellos en materia educativa, más en concreto en la manera y contenido de efectuar y aplicar su trabajo, que no desde luego en la parcela de sus menguadas y muy fiscalizadas remuneraciones.
Dótenle al ciudadano de a pie, con algo más de empatía para con sus conciudadanos. A los conductores de vehículos a motor, que respeten las aceras y los pasos de peatones, que no aparquen sus coches en zonas prohibidas, o en doble fila a ser posible ni tan siquiera para llegar un momento al cajero. A los usuarios de a pie, en las vías públicas, que no crucen las calles, si no es por los pasos señalizados para ello. Que no tiren restos de objetos y comidas al uso, más que en los lugares habilitados por los servicios de limpieza. A los animales de compañía yo les pediría les inculcasen la capacidad de poder elegir bien a sus dueños, descartando todos aquellos que les hacen pasar grandes vergüenzas a la hora de tener que hacer sus necesidades en acerados y vías públicas en general.
¡A los Ciclistas! Sí, a los ciclistas dedíquenles también algunas atenciones muy necesarias. Quítenle de la cabeza esas malas costumbres de no parar en los semáforos, de circular por las aceras, y dótenles a ser posible de las suficientes luces, para que se hagan ver en oscureciendo en estos invernales días. Muy especialmente me pedía un ciclista: les rogase encarecidamente, un especial regalo, algunos kilómetros más de carril bici, pero por favor que sean de los de verdad, que los que ya les regalaron en años anteriores, les quedaron pequeños, han tenido que compartirlos con peatones y vehículos aparcados y se les están quedando inutilizables.
Y a éste escaldado vasallo, si es que méritos hubiere hecho a lo largo del finiquitado año y siempre que no fuere en detrimento de lo ya expuesto, humildemente les rogaría me dejasen en la mágica Noche de Reyes, una nueva y moderna bicicleta.