Aquí estoy, no lejos de Jaca, a los pies de la imponente estación de CANFRANC, hoy reconvertida en un hotel de lujo, acordándome de Antequera y de su feria de agosto. No es la primera vez. Empecé a venir por estas tierras al final de los años 60 del pasado siglo; sólo dos familias ajenas al pueblo de Villanua existían por aquí: los Alonso (la famosa familia del general Alonso), y los Alierta; dejaba yo, por unos días, el espléndido barroco antequerano y me sumergía en el silencioso románico oscense… empezando por el impresionante monasterio de San Juan de La Peña, cuna del reino de Aragón, y yendo siempre a través de Santa Cruz de la Serós, sin dejar de visitar las maravillas románicas de su iglesia, y de la iglesia de San Caprasio, de estilo románico-lombardo; es justo decir que, sin moverme de Jaca, pude contemplar, muchas veces,por dentro y por fuera, su catedral, única catedral románica existente.
A lo largo de los años me he familiarizado con los valles más cercanos y he podido comprobar la riqueza truchera de sus ríos: Aragón, que enriquece el valle en el que estoy y cuyas aguas he pescado desde bien arriba hasta Jaca y sus afueras, y como embalse de Yesa en el que reina el gran black-bass; Aragón Subordán, y su trucha común desde muy arriba hasta el valle de Hecho, sin dejar de visitar la imponente iglesia de San Pedro de Siresa; Gállego, que viene de los Pirineos, pasa por Sallent de Gállego, y hace las delicias de los piragüistas grandes y pequeños…
Pues bien, todos estos valles que hacen felices a muchos deportistas –esquiadores en invierno en las pistas de Candanchú y Astún (río Aragón), Panticosa y Formigal (río Gállego), escaladores, siempre– hacen igual de felices a los pescadores de trucha y a los amantes del arte románico. Sin ir más lejos, el año pasado, sin buscarlo, asistí a una sesión de danzantes, émulos de los danzantes de San Lorenzo en Huesca, en la iglesia de PANTICOSA… Y todo lo que cuento tiene lugar entre los últimos días de julio y la primera mitad de agosto, con tiempo para asistir la celebración de la gran feria de Antequera, que este año será del 21 al 25 de agosto…
El año pasado volví a visitar por enésima vez el monasterio viejo de San Juan de la Peña. Lo hice esta vez algo más tarde, ya en las cercanías de la fiesta de la Virgen en septiembre. En Villanúa, donde estaba, quise ver y vivir cómo celebraban esta fiesta: tiene de particular este pueblecito el poseer su iglesia –restaurada no hace mucho por el que fue presidente de TELEFÓNICA, César ALIERTA– una bella estatua de una Virgen románica que es sacada en procesión por sus calles, a hombros de cuatro personas, entre las cuales se encuentra el alcalde. Y después tiene lugar en la carpa instalada en la plaza del pueblo, junto a la iglesia, la actuación de un grupo jotero que “suele bordar” la jota aragonesa. El año pasado nos deleitó a todos el grupo “ALTO ARAGÓN”; no hay que ser aragonés para disfrutar de la variedad de jotas cantadas y bailadas; yo, como andaluz, disfruté y me emocioné como el que más. Me pareció ver en los ritmos de la jota aragonesa el origen de muchos compases de nuestro flamenco…
Y continué aquella vez viviendo una fiesta popular aquí,muy lejos de Antequera, pero acordándome cada vez más de mis fiestas antequeranas. Aquí había jotas y una cena en la que participaba todo el pueblo; un gran amigo rumano me ofreció beber el llamado vino rancio del pirineo en una bota española típica; la jota sonaba por doquier, recordándome que al día siguiente –tras la misa– tendría lugar la actuación del grupo ALTO ARAGÓN… Y de esta forma –con aires joteros, y otra temperatura– continuaron mis recuerdos a Antequera en su feria de agosto,con su solemne pregón, con su feria taurina, y con otra solemnidad; no puedo olvidar el pregón pronunciado en agosto del 2022 con “arte andaluz” por Enrique ROMERO, voz muy conocida en canal sur TV, ni puedo olvidar aquella feria de Antequera, con su concurso de porra antequerana, y su exhibición de caballos y carruajes –asistencia propiciada por nuestro “Sol de Antequera” (A.J. GUERRERO)– creo que asistí a todos los actos, a los que fui invitado. Guardo un recuerdo especial de la conversación de aquelle noche de ferie con nuestro alcalde, Manuel BARÓN, y nuestro presidente de la Academia de Antequera, Pepe ESCALANTE.
