Nada, que seguimos rodeados de malas noticias. Como si fuera el objetivo prioritario de los grandes grupos de presión, los informativos y las ediciones online de los periódicos siempre abren con lo peor y más negativo del mundo. Uno a uno se nos viene desgranando los hechos más mezquinos de la condición humana o los zarpazos que da por doquier este planeta que se revuelve contra nosotros por no dejar de prostituir su delicada piel y la lozanía de aquella atmósfera de pasadas décadas. Nadie desde su coherencia acierta a comprender donde está el beneficio de publicar tanta mala noticia dejando para el rincón más apartado las cosas que realmente transmiten ilusión.
En lo referente al entorno en que vivimos, para remarcar la frase del profesor McPherson cuando escribía que “Si realmente crees que el medio ambiente es menos importante que la economía, intenta aguantar la respiración mientras cuentas tu dinero”. Todos sabemos que al pasear por la naturaleza uno recibe mucho más de lo que busca y que su lozanía, cada día más, pasa por involucrar desde las escuelas a todo inquilino de éstas, padres y gestores incluidos.
Como en tantas otras cosas, la peor amenaza que tenemos en lo de respetar cada ecosistema pasa por pensar que otro lo salvará, que otro recogerá nuestros desechos y que no somos capaces de entender que este planeta en el que vivimos no solo es la herencia de nuestros padres, sino más bien el préstamo que tenemos de nuestros hijos o nietos y que deberemos devolverles algún día. A saber, lo que pensarán de nuestra generación cuando sean ellos los que deban vivir y gestionar el legado.
Podría decirse que mientras el mundo sigue con sus crujidos delatadores, la vida sigue y en ese discurrir hay casos ejemplares de personas y organizaciones que están luchando por poner en evidencia la situación actual a la vez que llevando a cabo intervenciones merecedoras de reconocimiento. Por eso, entre tantas malas noticias, me gustaría destacar la labor de una entidad a resaltar por sus desvelos en nuestro entorno más cercano: Relámpago Verde.
Hace días, en El Torcal tuve la oportunidad de conocer a algunos de sus integrantes al coincidir nuestra excursión con su recogida de residuos por la celebración del Primer Encuentro de Voluntarios Ambientales del Sur. Tras releer el artículo que en agosto de 2019 les dedicó este semanario y vista su trayectoria, considero que esta asociación cuyos desvelos pasan por la mejora del entorno natural antequerano debería ser más reconocida. Con sinceridad, me parece destacable la labor que este colectivo viene haciendo, a veces sin demasiada difusión,recogiendo toda la basura que otras personas desaprensivas han depositado en plena naturaleza. He ahí, entre otras, alguna de las razones por las que merecen nuestro aplauso.
Ellos escriben que ”pequeños gestos cambian el mundo” y el mío desde esta modesta atalaya pasa darles las enhorabuena y resaltar sus desinteresados trabajos para dejar más limpio el entorno. En este mundo de incoherencias, quizás sea bueno recordar la frase de Einstein cuando escribió: Mira profundamente en la naturaleza, entonces podrás entenderlo todo mejor.