Había tenido la paciencia de escucharla toda la tarde, hasta que se sorprendió al oír la mentira. Porque estaba seguro de que no podía ser cierto aquello que con tanta aseveración contaba la mujer ¿Cómo iban a suprimir las ayudas a las personas más desfavorecidas? Ella insistía una y otra vez, le contaba a su interlocutor que en diciembre recogería, por última vez, la cesta de alimentos básicos que ayudaban a la manutención de sus tres hijos. No sabía encontrar la palabra, era uno de esos acrónimos, de los que tanto se emplea para disfrazar el verdadero significado del término. En resumidas cuentas, tocaba a su fin el fondo de las ayudas europeas. Así que ella estaba dispuesta a que se escucharan sus ruegos. Y, de paso, a dar una pequeña queja que ocurría todos los años y nadie parecía tener interés en solucionar.
Cuando se aproximaban las navidades, siempre la misma pregunta: cuántos hijos tenía, edades y sexo. Y días antes, de que los Reyes Magos se multiplicaran por toda la geografía española, le entregaban un regalo para cada uno de ellos. Pero un obsequio elegido por otros, que lejos de satisfacer la ilusión infantil, producía un enorme desasosiego al descubrir que aquel presente no era lo que les hubiese gustado recibir. No era objeto de deseo y los niños se preguntaban una y mil veces el porqué a sus compañeros de clase les hacían caso los Reyes Magos, trayéndoles los juguetes pedidos y con ellos no atinaban ningún año. ¿Echarían la carta en el lugar equivocado? O simplemente que la Asociación encargada de realizar la gran tarea del reparto de juguetes, no disponía del tiempo suficiente y leer, una a una, las cartas de los infantiles eran un arduo trabajo que le llevaría muchas horas. Y si la economía disponible no daba para atener las peticiones, todavía peor.
De cualquier manera, que fuere, la desilusión, en el día mayor de la ilusión, estaba servida. La señora sugirió que, si se suprimiera el día de los Reyes Magos, y ningún niño recibiera juguetes, sería mejor para todos, especialmente para aquellos a quienes los Reyes nunca les hacían caso.