Fácil lo está poniendo el presidente Sánchez a todos aquellos que tenemos ganas de contar las cosas, para mostrar nuestra cultura, dar a conocer nuestras inquietudes y ensalzar nuestro amor por el avance cultural y científico del país. Sánchez llegó al poder diciendo a Rajoy que no era digno para España; hablaba de la corrupción en el Partido Popular como si con ellos ese concepto no hubiera tenido ninguna relación. Transcurridos ocho años desde aquella moción de censura, la situación que se vive en España no tiene desperdicio y aún más cuando miramos al histórico PSOE. Pese a quien le pese: alcaldes, ministros, enchufados, voceros, históricos del PSOE, todos –sin distinción alguna– deben sentir vergüenza ajena de pertenecer en la actualidad a unas siglas que en el ámbito nacional, regional y local vienen dedicándose a administrar pero no gobernar pues las heces le están llegando a las orejas y las exigencias de los que los pusieron en el gobierno son cada vez más agresivas. Lean, infórmense y podrán comprobar los chantajes de vascos y catalanes a lo que va quedando de España.
Cerdán, Ábalos, Koldo, el personaje de Leire Diaz, fontanera del PSOE y Salazar –por citar algunos nombres que sirven de teloneros a los telediarios en los últimos meses– han llenado de basura un partido socialista que presumió sin límites de su lucha por el feminismo y los escudos sociales. Y ahí no queda todo. Recuperen los discursos de Errejón, Iglesias y de Martiño Ramos, el profesor gallego que violó a una chica con 12 años y ahora se encontraba refugiado en Cuba. Todos ellos muy de izquierdas, presumiendo de feminismo ante las cámaras y ahora acusados de abusos a las mujeres. ¡Qué me dicen del concejal de Torremolinos! ¡Nadie sabía nada! Ya lo ven, de absoluta vergüenza.
Siete años después de la moción a Mariano Rajoy, estos vividores del PSOE han llevado a España a una situación de desvergüenza y descaro donde para sorpresa de muchos nadie mueve ficha. ¿Se hubieran quedado de brazos cruzados todos los que viven del pesebre del partido socialista si las conversaciones repartiéndose a las chicas hubieran sido del bando de la derecha? Tengan por seguro que la respuesta es no. Prostitución, blanqueo de dinero, compra de votos, manipulación, y la entrega del gobierno a un corrupto y criminal como Puigdemont han sido la nota característica de este gobierno que presume de escudo social gracias a la entrega de ayudas a unos palmeros que se esfuerzan en salir a la calle con el pañuelo palestino pero que no se mojan por expulsar a esos sinvergüenzas, hombres de partido a los que les obligan a dimitir pasados meses y años pero a los que luego premian por haber sido fieles al jefe. ¡Fíjense donde llega Koldo, portero de un prostíbulo! Embobado se quedaba Sánchez cuando iba acompañado de Ábalos y de Koldo de los que ahora dice desconocía su vida privada.
Una vez más el problema no sigue siendo la persona –hoy ya demacrada de Sánchez–, sino la inanición de una sociedad española que parece estar de brazos cruzados. Es ahí donde reside el problema. Sánchez no se va a marchar, es consciente que su fracaso es rápidamente asumible por todos sus voceros. Ellos, así lo dicen, siempre actúan expulsando a sus dirigentes, cuando en realidad lo que ejecutan es su ocultación para que las aguas vuelvan a su cauce.
El gobierno español que se dedica a administrar y saltar entre sus mierdas se parece cada vez más al club de la comedia. Los españoles totalmente estimulados con la llegada de la Navidad, (móvil en manos, seguidores por miles, aplausos inmediatos a través de las redes, consumismo sin límites y luces con las que distraerse en los centros de las ciudades…) no asumen la desvergüenza que supone Sánchez para un país como España. Han normalizado una situación que hiede, que supura enfermedades y microbios y que cuestiona todo cuanto se le pone delante.
Claro es su mensaje o conmigo o contra mí. Sirva como ejemplo la condena al fiscal general del Estado, Álvaro Ortiz. Sánchez va camino de presentarse ante los altares, se considera tan víctima que él mismo se lo acaba creyendo. De lo que no cabe duda es de la gran epístola que escribirá el día que se vaya. Entonces, arrogante, altivo y con mirada desafiante y chulesca dirá que fue perseguido y vapuleado. De lo que no nos cabe duda es del vapuleo de impuestos que sufrimos los que trabajamos para que las ayudan lleguen a quienes lo mantienen a él en el poder.





