¿Han sido iguales estas fechas a otros días navideños de otros años? Yo creo que no, según se desprende de mi “paseo televisivo” por las diferentes TV autonómicas, sin necesidad de recurrir a la TV1, “la TV de todos” y a sus procacidades (ejemplo las doce campanadas de la Puerta del Sol de Madrid, presentadas por Broncano y Lalachús; me pregunto si era preciso hacer el ruido que se hizo, para unas campanadas de tan mal gusto). ¿Ha habido algún periódico que, llevado de su entusiasmo católico, ha llegado a afirmar: La Navidad, esa gran catequesis? Otras televisiones, quizá de forma machacona, han recordado que los días navideños son días de recogimiento pensando en aquel humilde pesebre en el cual hubo de refugiarse del frío aquella humilde familia… Por allí pasaron hasta tres Reyes o Magos llegados de Oriente, a postrarse ante aquel niño, y hacerle la oferta de oro, incienso y mirra… Dejemos la Navidad para celebrar la unión de las familias, con y sin villancicos, con y sin zambombas… Navidad familiar, en resumen.
Desgraciadamente, todos los pueblos y ciudades de España han competido en “polución lumínica”; ¡que arrogancia y qué exceso de luces y energía eléctrica en estos momentos de tarifas energéticas tan altas! Todos los municipios se pusieron a rivalizar con sus vecinos (o menos vecinos) en luces y colores: en muchos casos nos preguntábamos si habría algún símbolo navideño en alguna parte: estúpida pregunta; no lo encontraríamos; luces y más luces; colores y más colores…
Creo, por otra parte, que las distintas cabalgatas de Reyes que he presenciado han rivalizado en dignidad y han dado su protagonismo a los niños, que han acudido a esos desfiles entusiasmados, y han sido los auténticos protagonistas de cada desfile. Muy bien por los Reyes que, con toda dignidad lo han permitido. Y nuestra Antequera, ¿dónde quedó? No lo sé, a pesar de que presté mucha atención a lo anunciado por nuestra televisión regional ya el día 3 de enero: se anunciaba una borrasca meteorológica que obligaba a adelantar de un día las cabalgatas de Huelva, Sevilla, Córdoba, Granada, y Antequera. Hubo múltiples conexiones con esas capitales de provincia, pero “mi” Antequera no apareció por ningún sitio. Me quedé pensando, convencido de que nuestra cabalgata fue una cabalgata brillante, que nuestros Reyes hicieron su papel con dignidad y que nuestros pequeños disfrutaron y se fueron pronto a dormir con sus sueños…
¿Qué debemos destacar de nuestros días navideños? Sin duda alguna, van recuperando su tono normal: son días familiares –las familias, a pesar de nuestra baja natalidad, van renovándose– y heredando el recogimiento, las zambombas y villancicos, aportando nuevas historias. Por cierto, entre los múltiples mensajes navideños que he recibido estos días, hay uno que me ha llamado mucho la atención y me ha emocionado. Es el mensaje referido a los Reyes-Magos de Oriente: hubo un cuarto Rey que no llegó a tiempo de postrarse ante el Niño con los otros tres: aquel Rey que no llegó a tiempo; se dedicó a curar y a consolar a todo el que encontraba en su camino; pasaron los años y coincidió con un pobre hombre que llevaban a crucificar al Calvario. Así fue, como años más tarde, apareció el cuarto Rey-Mago.
Bonito cuento navideño, aprendido esta Navidad de 2024, días en los que se ha recuperado –bastante, si no todo– el sentido navideño que aprendimos de nuestros familiares. Algunos están entre nosotros; otros se fueron ya, pero nuestro recuerdo de lo que aprendimos, perdura. Fin de la Navidad de 2024