Este jueves 3 de mayo se celebraba el Día de la Libertad de Prensa, un día que para cualquier persona, especialmente, vinculado con el mundo del Periodismo es importante tener presente y reivindicar.
Enamorada como llevo de esta profesión más de la mitad de mi vida, la Libertad de Prensa es un bien necesario en cualquier sociedad, porque con ella se establecen los valores democráticos, porque con ella somos más libres y menos esclavos de todo aquello que nos obliga a callarnos en un momento dado, normalmente por miedo.
En el periodismo local, permítanme que me meta en mi parcela, quizá a muchos les extrañe de que hablar de Libertad de Prensa es demasiado osado, que no hay temores por los que callarse y escribir libremente sin tapujos. Se equivocan. Afortunadamente en este periódico de la que me siento gratamente orgullosa en este sentido, tenemos plena libertad para escribir de lo que queramos, siempre siendo consecuentes con nuestras palabras, hechos y actitudes.
Pero no todas las personas están preparadas para escuchar aquello que no les gusta oír. No todos aceptan las críticas y por ello presionan de una manera u otra. ¿Cómo lo hacen? Desprestigiando las palabras que volcamos en estas páginas o simplemente a las personas, porque ya saben que eso de criticar faltando a la verdad es un deporte nacional.
Esto que acabo de describirles es la falta de Libertad de Prensa. Porque cuando te menosprecian sin conocer un ápice nada de tu vida, llegan a hundirte tanto que piensas que dejar de escribir es lo mejor que haces. Y ahí llega el miedo, llega la falta de Libertad. Por ello, enamorada de mi profesión y sin presión alguna, seguiré reivindicando la Libertad de Prensa por todos aquellos que callan cuando deben hablar.