Hay muchas cosas por las que merece la pena trabajar en esta ciudad. No está el Padre Paco, pero nos ha dejado muy bien enseñados, tanto, que estoy plenamente convencida de que seguirán funcionando como hasta ahora. Por muchos motivos, porque estamos firmemente convencidos de lo que hacemos, el porqué lo hacemos y, lo más importante la necesidad que seguimos sintiendo a nuestro alrededor. Estos días se ha rumoreado qué va a ocurrir con la cartilla solidaria que se abrió en Unicaja hace unos años, y, se ingresaba mensualmente o como a cada cual le convenía una pequeña cantidad que en compañía de muchas otras, aliviaba, pequeñeces para algunos y cosas importantes para muchos. Esta cartilla seguirá cumpliendo su misión y seguiremos buscando cómplices de pequeños actos solidarios que incrementen los donativos.
Cierto es que un pelín de alegría se hace hueco entre tanta crisis, pero han de pasar algún tiempo para que sea una realidad entre las familias más vulnerables. Y aunque la caridad no es lo más justo. Sí que se hace necesaria ante tanta situación límite. Escribo en mi salón, viendo, mejor dicho, oyendo el ruido de la calle. Una larga cola, casi interminable me llama la atención. Parece una selección de Gran Hermano. Pero sólo es el grito silencioso de gente que necesita un trabajo, y en los próximos días una cafetería se abrirá al público antequerano. Cientos de curriculum les han llegado por un pequeño anuncio en sus cristaleras aún en obras.