lunes 25 noviembre 2024
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Siempre te ven mis ojos, María

Si yo poseyera María el arte de escribir palabras, de escribirlas como trovador fiel de sentimientos, ellas jamás te harían más grande en mi corazón. Mira en el tuyo y cuando me encuentres en él, lo sabrás”. Así comenzaban los dos minutos más emocionantes de mi vida como persona, como escritora,  como madre.
Frente a mí, el rostro de mi hija María y su ya marido Damián. Conseguir escribir lo que quería trasmitirle no fue fácil, pero leerlo era casi imposible. Ensayé y ensayé. Eran palabras de cariño y de fuerza así que no quería romper el ritmo de su lectura. Lo conseguí. Estaba tan feliz, que, a pesar de la emoción supe trasmitir carácter, coraje y ternura. No me pregunten cómo.
 
“Eres princesa osada de mis días alegres de azules intensos, capitana intrépida que manejas timón mientras surcas las altas ramas de los olmos oceánicos”. “Eres María jinete incansable sobre ruedas de patines mágicos”. Y cuando llegué a este punto alcé la voz clavé mi mirada en la suya y…” Manos pequeñas que me abrieron las puertas de un mundo inmenso que yo desconocía, desterraste de mi mente y de mi existencia días de nubes, de lluvias tristes y los convertiste en una composición osada de valentía y travesura”.
 
La semana pasada fue esto, pura alegría escapándose entre tules, rasos duquesa o mikados de seda. Intensas horas. Los amigos, las fotos dicen, reflejan, que sobre todo estábamos felices y esto me llena de satisfacción y orgullo, pues inteligentes hemos sido las dos, los cuatro, María, Marina, Antonio y yo, que, hemos actuado como agua ante las dificultades y los obstáculos que la vida te pone, para llegar a un mar en calma sabiéndote victoriosa, conociendo que cuando llegas a él, al mar, nuestro poder ha sido, es total.
 
Piano, flautas, guitarras sonaban en medio del “Si quiero” o del aceptas… Rando a la guitarra acústica, mis sobrinas Fátima y Esther al teclado con la banda sonora de Los chicos del coro” Al piano Javi para que sonaran todas las octavas del vals. Bailar, bailar y esperar que estos instantes felices duren para siempre. ¡¡Feliz viaje María, Damián!! Y…un sorriso, prego!
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