No es la primera vez, y me temo, que no será la última en la que hago referencia a la manera incansable del ser humano de ponerle etiquetas a todo. Es lamentable juzgar a las personas, pero mucho peor es juzgarlas por la etiqueta que le ponemos, y si la misma te lleva a ideas o pensamientos políticos mucho peor. Cansada me encuentro de tener que aguantar a unos y otros etiquetando –que lo hacen más que los empleados de Inditex–, permitiendo con ello, el juicio de valor hacia la persona que en la mayoría de los casos, no conocen en profundidad.
Por eso, queriendo romper la posible etiqueta que muchos nos puedan poner me remito al número 1 de nuestro querido semanario y reproduzco: “que El Sol de Antequera no viene a encender pasiones, ni a prestar servicio a agrupación o persona alguna, ni a propagar ideales de ningún carácter, y que así como el astro rey no distingue a pobres ni ricos, a sabios ni a ignorantes, patronos ni a obreros, a radicales ni a ultramontanos, a nobles ni plebeyos, sino que a todos envía su luz por igual, El Sol de Antequera no preferirá a clase, idea ni persona alguna, y para todos tendrá igual comedimiento”.