Mucho tiempo lleva en antena en la primera cadena la novela de Acacias 38. La sigo desde sus inicios por más inverosímil en que va degenerando la historia. La puesta en escena de los personajes, sus atuendos, sus relaciones con el servicio doméstico y sus cotilleos diarios; junto al horario de emisión, relaja la sobremesa. Desvío cualquier otro quehacer que me impida saborear un vocabulario tan exquisito, justo, apropiado y abundante. Un servicio tan culto y bien hablado sorprende y admira. Y si a esto le unimos la gracia que derrochan las mucamas; la maldad de Cayetana se diluye entre ella y su fiel Úrsula que llevan una historia paralela, quizá, muy revenida de tanta inquina y malos deseos, superada con creces por los otros habitantes del edificio con papeles más comunes a una realidad. Tristezas y alegrías se suceden, se comparten, y unen.
Ante una pérdida, el consuelo es rezar. No andan equivocados y, aunque los convencionalismos de la época fueran muy distintos al vivir de hoy en día, rezar calma el cuerpo y sosiega el alma. Al menos, a quienes llevamos muchos años participando de una religión que nos enseñaron nuestros mayores, y que tratamos de transmitirla, con mayor o menor éxito, a los hijos.
Y puede que el rezo se transforme en costumbre, pero ésta, y lo saben muy bien quienes se mueven en el plano jurídico, se convierte en ley. Y la ley de Dios es compatible con la de los hombres. No sé porqué no nos sublevamos ante tanto capricho impositivo de éstos recién llegados al poder que quieren poner todo patas arriba. Van a superar a Carmen Calvo cuando llegó a ocupar el Ministerio de Cultura, que todavía anda resentido de tamaño vapuleo.
La misa televisiva es el alimento espiritual de enfermos, impedidos y mayores a los que les cuesta desplazarse. Continuará, no porque hayan recapacitado los que querían impedirla, si no porque no vamos a consentirlo quienes estamos a favor. El voto no lleva impresa ninguna confesión religiosa, así que es un campo que a los políticos no les pertenece.
Para ver otra cara de la religión, menos amable, pero muy gratificante para almas buenas que luchan sin tregua y encontrar un respiro. El próximo viernes día 24, el trinitario Antonio Aurelio nos hablará de los cristianos de Alepo, de su lucha por mantenerse fieles a Cristo. Aquellos sí que tendrían que contarles algo a los de Podemos.