El segundo País de Europa, por la cola claro está, en pobreza infantil. Vamos hacia a atrás como los cangrejos. ¿Qué le ha hecho un niño a la crisis, a los malos gobernantes que no la han visto, a los que hay ahora que se mueven entre cifras macroeconómicas que aún les quedan un largo trecho para solventar las economías domésticas? Tiene que haber de la sociedad una respuesta inmediata. No voy a dar una disertación de qué ideas son las mías y porqué, políticamente hablando. Pero este caso de suma gravedad está por encima de cualquier consideración.
Sé que hay muchas opiniones en contra, pero creo que tenemos un sistema judicial razonable, que el que la hace la paga. Si nos manifestáramos, seguiríamos la moda en vista de lo que hay a diario, pero también conseguiríamos que los dineros robados, camuflados, dados a dedo y favoreciendo al votante leal, volvieran algunos al redil de donde nunca debieran haber salido.
Me importa un pepino que los Gurtel, los Eres, Malayas, Campeón, etcétera vayan a la cárcel. Mejor dejarlos en su ciudad natal y obligarlos a pasear ocho horas diarias por las principales calles, que se enfrenten a la opinión de los vecinos. Mientras tanto esas fianzas millonarias, entre las que se van a encontrar a partir de hoy, veintiocho de marzo, la de la señora Magdalena Álvarez, servirían para reducir drásticamente el número de pobrecitos. El lodo y fango entre los que nos movemos no nos deja avanzar en buena dirección, y apenas damos unos parchecillos que alivien tanto dolor.
Si nos centramos en nuestra ciudad, vamos a tener unos días bastante movidos por el Banco de Alimentos, cuatro y cinco de abril. Una gala, la jornada del cinco para los Prolibertas que trabajan bien ese colectivo para los desfavorecidos. Una ilusión sería ver a todos nuestros dirigentes en ambos acontecimientos, rogando un kilo en la puerta del supermercado y compartiendo un arroz en el patio de La Salle con los trinitarios. También puede quedarle un rato para la foto de Semana Santa con el paño de la Verónica, más ahora que tiene revista propia. Antepongan la realidad, las verónicas de ahora son de carne y hueso y sufren mucho cuando saben que llegan a casa sus hijos y no pueden saciar sus necesidades básicas. Pensando un poco, podríamos hacer mucho y estamos de brazos cruzados.