La pasada semana tenía el gusto de hacer uno de esos reportajes, que personalmente, me gustan. Esos en los que la Juventud, es mucho más de lo que nos pretenden demostrar algunos, políticos, esencialmente.
Siempre es una satisfacción ver a los jóvenes que terminan su época de instituto y se enfrentan al verdadero y duro camino del estudiante universitario. Y digo duro, porque se acabaron para muchos los veranos al sol y la tranquilidad de verte sin la preocupación del tiempo y el estudio cuando todo el mundo sale a la calle.
Una preocupación ínfima, con las que tenemos hoy en día muchos, pero con 18 años, es lo lógica. Atrás quedó una etapa en sus vidas de la que guardarán buenos recuerdos, que seguro ganan a los peores. Y ahora, comienzan la dudas, incógnitas y también otra etapa mucho mejor.
El entrar en la universidad es siempre un paso a más para ellos. Conocer a miles de personas de distintas ideas, principios, pensamientos a los nuestros, abrir nuestra mente, nuestros oídos y aprender.
Pero también tienen mis respetos a los que no pueden llegar allí, los que se esfuerzan para tener un puesto de trabajo, para aprender una profesión más en los Ciclos Formativos. ¡Qué importantes son para nuestra sociedad!
Tanto unos como otros, se merecen que nosotros le abramos el camino, y no me refiero sólo a que se les dé posibilidad de hablar, de expresarse, de cambiar el mundo. Sino a que no se les corte las alas mediante notas, reválidas, becas que no llegan o llegarán. ¡Recuerden, señores políticos, que un día todos fuimos jóvenes y quisimos cumplir nuestros sueños!