No quiero mayorías absolutas en nada. Esto solo trae absolutismo valga la redundancia, así que ya tengo claro mi deseo. Ahora he de esperar a que llegue mi hada o hado madrina y votar claro está sin miedo. A mí los que meten miedo con “esas cosas” me dan grima.
Me voy a correr. Tengo avisos en el móvil de lluvia. Da igual me voy. Ea, pues ya estoy de vuelta. Cuatro kilómetros estupendos, con una sola parada. Me encuentro en el circuito a una antigua compañera de trabajo. ¡Cuánto tiempo sin vernos! Decidimos que la ocasión bien vale un refresco light.
Ha florecido un geranio que tengo en la terraza y eso que era una ramita enclenque. Para que vean lo que pueden hacer los cuidados y el cariño. Oigo susurros, llegan de la calle, y esto me hace pensar, pues dicen los sabios que cuando las voces son susurros hay que prestarles atención, porque pueden convertirse en gritos de desesperanza, o indignación.
Me he comprado un sofá hinchable para la playa y una sombrilla a juego. Pienso sentarme tranquilamente a oír las quejas y soluciones de los transeúntes, marinos. Veremos qué pasa. No, no soy una copiona, es que me mola investigar por mi cuenta y comprobar si esto es una idiotez mediática u otra cosa.
Viajar en el tiempo. Eso quisiera yo. Bueno a esperar otra temporada del Ministerio. Menos mal que ha regresado la familia Lanister y el trono que se rifan. Me motivan estas tramas de traiciones, luchas de poder, amores extraños, odios, viajes, muros…para comprobar que la vida de ficción no es muy diferente a la real. Bueno, realmente la de ficción tiene un ¡corten! de vez en cuando y aquí hay que seguir aunque las cosas se pongan feas, sí o sí, aunque yo animo a buscar estrategias de salida, de cambio…
Lloré al ver a esa madre cargando a las espaldas a su hijo. Sólo quiere ser feliz y vivir su humilde vida en paz. ¿Cuesta esto tanto?
