Los políticos si quieren recibir algún voto en las próximas elecciones. No exagero, hemos tenido que adaptarnos a lo que queda, a vivir ajustados, a trabajar un poquito más para no dejar demasiados en la cuneta de la incomprensión y de la marginalidad, y sostener el coraje para no coger a nadie por el cuello y retorcérselo. Y aparentemente, a la clase política apenas se le ha notado una pizca de generosidad con los demás. ¡Qué tontos si dependen de nosotros! Eso es lo primero que se nos viene a la cabeza.
Pero algo muy profundo y muy feo se cuece en sus ollas particulares, se sienten precisos e importantes y, en muchos casos por encima del bien y del mal. Corrupción a punta pala, de todos los signos y colores, y es tanto que está tapando la labor de los que son honestos que los hay, el trabajo a destajo de idealistas y comprometidos y el deseo permanente de algunos que aspiran a través de su cargo público a luchar por una sociedad más justa. Todo queda enturbiado, oímos con total normalidad, un día sí otro no y el de en medio, malas prácticas, abusos, apropiación de dinero ¡con las necesidades que hay!, tráfico de influencias, colocaciones masivas a toda la familia y amiguetes, y trapicheos de tantas maneras, que casi repugnan.
Pero nada es eterno, por fortuna, y tendrán que bajarse al ruedo e igualarse a cualquier hijo de vecino que lucha por sobrevivir con los sueldos que están dejando, en el mejor de los casos, si no se está en el paro. Y todo sigue igual, diecisiete autonomías tratando, como sea, de conservar a sus votantes, circulando sus coches oficiales, pagando abultadas pensiones a los retirados, cobrando unos sueldos elevados, si no lo creen que comparen con los del resto de los mortales, y lo peor, dan la sensación que nada de sus numerosos privilegios van a perder, no se afligen ante el dolor, ni el paro, ni el embargo de viviendas, aunque lo digan a diario. Hablan mucho pero el ejemplo que todos esperamos de sencillez en su forma de vivir y un poco de humildad para agradecer el cargo, no se percibe. Pero si percibimos, y bien que les trae sin cuidado los casos de corrupción, de no ser así ya se hubieran cortado. En las cárceles también hay sitio para los políticos.