Se está poniendo de moda, por colectivos, asociaciones y ONG’s, un banco del tiempo con la finalidad de que alguna hora que sobre en cualquier particular pueda ser aprovechada para uso común necesario. Ahora que todo anda bastante menguado económicamente y las necesidades creciendo, no está nada mal que surjan estas iniciativas generosas que aminoren problemas sociales y suplan a las administraciones, agobiadas por los recortes y la falta de planificación, y las dejen relegadas a un segundo plano a ver si mientras se recuperan.
El tiempo es algo que se ha convertido en un preciado valor que va en aumento, y al que hay que sacarle mucho partido, aprovecharlo al máximo para sentirnos bien, y es priorizando los valores donde podemos encontrar un hueco para ofrecerlo de manera espontánea, gratuita y eficiente. Esta sociedad nos reclama, nos invita a mirar en todas direcciones y nos pone delante situaciones que concentran nuestra atención. Pero como cualquier recurso, hay que trabajarlo con orden y control, porque quien lo dona es posible que se tenga que olvidar de alguna reunión de amigos, de escuchar una buena música o de tener en las manos un libro de esos que atrapan con su lectura.
Así que se hace necesario que junto al banco del tiempo aparezca uno de ideas, más escasas aún, y que puedan complementarse para obtener la mejor rentabilidad, sobre todo, en el terreno emocional que es la mejor manera de hacerlo efectivo y real. Probablemente la crisis tiene su parte positiva porque despierta unos sentimientos de empatía colectivos que la abundancia y el dinero olvida y casi desprecia.