Nada como el acercamiento de una convocatoria electoral para ver a nuestros políticos prodigándose mucho más a pie de calle, con saludos por doquier y hasta promoviendo todo tipo de eventos con su lógica participación y ración de protagonismo. Se vende caro cada voto y no es cuestión de desperdiciarlo, no en vano el 28 de mayo está a la vuelta de la esquina y hay que rascar mucho para que los hados de las urnas sean favorables ante el reto de desarrollar un programa político que sea el más beneficioso y conmovedor para una ciudadanía cada día más exigente y probablemente más formada.
Parece que las instrucciones recibidas desde la estructura más superior de los aparatos de cada formación pasan porque “empiece la fiesta informativa” en el ámbito local. Así pues –finiquitada la Semana Santa– las redes sociales están ya que arden con tanto contenido publicado y viralizado por los miembros de las listas y personas afines al ideario. Tal vez poco aún para lo que se espera. Una vez más se viene a corroborar que internet queda consolidado como el mejor escaparate promocional frente al tradicional soporte de papel y tinta que cada día queda relegado a un segundo plano como consecuencia del desarrollo de esta red y los dígitos binarios de la controvertida inteligencia artificial.
Pero algo no parecería cuadrar, si el votante detectara escasa claridad y concisión en la información que se le aporte por parte de los candidatos y sus equipos sobre cómo desean que sea Antequera en lo referente a la mejora de la habitabilidad y calidad de vida. Tienen el importante reto de explicar cómo se van a promover entre otras ideas, unos nuevos espacios verdes, zonas de recreo infantiles, arreglos y ampliaciones de los carriles para bicicletas y por lo general, todo aquello que sea beneficioso gracias a su gestión si llegan a dirigir las riendas del municipio. Obviamente señalando nítidamente fechas de inicio y de puesta en funcionamiento de cada objetivo marcado,sin dejar de mencionar los recursos. Muy claro y meridiano ya que, de no ser así, el votante podría intuir que mejor que cada grupo guarde en su alforja el reclamo en forma de atractiva y embaucadora golosina que ahora se muestra en las visitas a colectivos o ruedas de prensa. Supongo que cuando se les visitan a estas alturas para pedir ideas como dicen, lo más probable que escuchen sería el castizo: “haber venido antes”.
Ahora, cada vez más, la gente quiere rigor y ya está muy cansada de ver a sus representantes nacionales tirándose los trastos a la cara en vez de verlos trabajar desde sus diferencias en un proyecto que transmita dedicación y beneficios a su país. Las escuelas promoviendo en sus aulas el respeto y la tolerancia entre los jóvenes, pero quienes las legislan insultándose delante de una cámara. Todo muy ejemplar. Por suerte, en el ámbito local los vecinos agradecemos el talante de nuestros políticos que practican mucho mejor las buenas formas pese a sus diferencias.
Escribía Antonio Gala que “hay dos eses, sensibilidad y sentido común, que deberían ser obviedades, que deberían darse por hechas, pero por desgracia son valores cada vez más escasos”. Y es que en democracia un voto vale mucho y muchos votos dan un gobierno municipal –del color que sea– que no se debería sustentar únicamente en las promesas sino en la política de hechos consumados, esto es, volver a los cuatro años con todo lo bueno realizado, y las alforjas llenas de nuevas ideas y proyectos para una ciudad más feliz y sostenible.