Tras Semana Santa, Antequera se viste de Primera Comunión. En muchos hogares se viven estos fines de semana esa intriga de poder acompañar a un hermano, una hija, un nieto, una amiga… en ese día tan importante que se unen a ese elenco de fechas que formas los recuerdos de nuestra vidas. Nadie está obligado a ella, por lo que si se da el paso, ¡vayamos a vivirla como se debe!
Esta etapa es una de las grandes en la infancia, la niñez, del que a pasos agigantados se convertirán en adolescentes. Está en esa fase en la que dejará de ser niño. Por ello deben de vivirlo intensamente porque será uno de los grandes recuerdos. Durante tres años, colegios, parroquias y familias han acompañado a estos niños a prepararse para su Primera Comunión. Han sido catequesis, convivencias, ensayos, momentos en los que todos juntos, han sentido esa necesidad de la primera vez.
En esa inocencia, la sonrisa de sus rostros, la tranquilidad convertida en nerviosismo como si fuera una noche de Reyes. Porque es un regalo llegar al altar y sentir por primera vez el Cuerpo y Sangre del Señor en el interior. Tres años donde las personas que se han encargado de prepararlos, han sido maestros en la fe, profesores en el camino, acompañantes en ese caminar que termina con la Primera Comunión.
Ahora ya depende de ellos, el necesitar y sentir recibir la segunda, la tercera, la cuarta… porque sea algo necesario en sus vidas. Al igual que hay que alimentarse para vivir, el alma necesita valores, momentos, encuentros para quienes tienen fe y entregan su vida a Dios. En esta sencillez, muchos niños se sorprenden que haya regalos y fiestas para celebrarlos. Luego, cuando tras la celebración, es una fiesta con la familia y amigos. Será un día intenso que marcará una etapa conseguida.
Creer en la vida es algo maravilloso. Sentir lo que significa la Primera Comunión, algo que los pequeños no olvidarán. Un sacerdote les preguntaba semanas antes si recordaban el día en el que se bautizaron. Muy pocos lo sabían. Ahora hay una nueva fecha por la que podrán regresar al pasado, ese día en el que hicieron brillar su cuerpo y alma.
La vida en general necesita momentos así. La Primera Comunión debe fortalecer a las personas a seguir acudiendo a la Eucaristía si han decidido ir por primera vez. Es como abrazar, besar, querer, acompañar… Sería como leer, aprender, descubrir, compartir… El alma necesita fortaleza y los niños han llegado a ese momento. Ahora son ellos los que deben seguir los pasos de los abuelos, de los padres y de los hermanos… Y si no es habitual ese segundo, tercer y cuarto momento, sentirlo suyo y contagiar al resto para experimentarlo.
Hoy vivimos muy rápido. Queremos llegar al Angelote antes que entrar por la puerta. Hay tiempo para todo. La Primera Comunión es un sacramento de nuestra fe y debe de convertirse en un estilo de vida. Si no se llega a descubrir, puede que se quede en un recuerdos de regalos, y los regalos más divertidos y apasionantes, son los que te hacen sonreír, una y otra vez, pasen los años que pasen.
Disfruten estos momentos, dejen al lado todo lo que puede traer consigo una Primera Comunión, porque el amor no es amor sin un beso, la escritura no lo es sin un libro, la vida no tiene sentido sin alguien al lado y acercarse al Altar no sería una primera vez, si el cuerpo, el alma, te pide intentar ser mejor persona y sentir lo que Jesús hizo por nosotros. Que pasen buenos momentos con la familia y que piensen que es un día especial para los pequeños. No pongan árboles y dejen ese día sus otras preocupaciones o segundos o tercero problemas. Lo importante es lo que ellos reciben.
