Aunque no consideremos su real importancia y valor patrimonial, en nuestros edificios –sobre todo del último siglo–, pintadas, cinceladas o fijadas en sus fachadas, se exhiben letras y letreros –sea por fines identificativos o meramente comerciales– cuyos diseño y situación constituyen elementos de composición arquitectónica de primer orden.
Y es que, por ejemplo, hay diez letras situadas en el centro de una fachada, iluminadas con pequeñas y primitivas bombillas, –CINE TORCAL–, que nadie podrá pensar que estén situadas azarosamente ni que se diseñaran independiente o posteriormente al conjunto de la fachada: Transmiten modernidad, pulcritud, vanguardia y perfección gracias a sus precisos trazos y forman un conjunto indisoluble con el resto del edificio.
En el inmueble colindante, rematando el tercero de sus cuerpos e inmediatamente bajo el tímpano, en el chaflán que sirve de acceso, a modo de arquitrabe se sitúan trece formas exentas –CAJA DE AHORROS– pensadas con gran precisión y que son el elemento más moderno de toda la fachada, transmitiendo sensación de confianza, progreso y firmeza.
El arquitecto que fuera presidente del Atlético de Madrid –además de coautor del Vicente Calderón– tampoco olvidó idear ocho letras –JUZGADOS– en el edificio que diseñó para Antequera, situadas honrosa, humilde y humanamente, en el propio arquitrabe de la puerta de entrada y que transmitían el sentido de aplomo, tranquilidad y orden propio de la institución. Al final, se cambiarían por catorce letras –CASA DE JUZGADOS–, con diseño más clásico –y más acorde con la arquitectura autárquica del resto de la fachada–.
Lo curioso es que, pese al cariño de los arquitectos en diseñar estos elementos y a su función compositiva en el conjunto de la fachada, –de la que son un elemento más, igual de imprescindible que el resto–, no gozan del reconocimiento general como de elemento de primera categoría. De hecho, no hace más de una década, estas letras de nuestros antiguos juzgados fueron eliminadas impunemente. Aún las consideramos como apósitos insignificantes de finalidad espuria. Craso error.