Parece que el presidente Sánchez va a excluir de su ronda de contactos al grupo Vox. Se puede entender que no formara parte de los debates electorales al no tener representación parlamentaria. Al día de hoy las cosas han cambiado y es una formación política que va a estar en el Congreso. No solo me parece, sino que estoy segura que es una formación que los demócratas de este país no hubiésemos deseado tener, pero ha venido para quedarse y si Podemos es recibido en la Moncloa, es difícil comprender el criterio que se ha empleado para el descarte de Vox.Y máxime cuando tiene enfrente un considerado grupo de nacionalistas esperando respuestas.
A los ciudadanos nos queda esperar y ver si la legislatura que comienza es realmente la del bienestar prometido. Si tanta dádiva como se ha venido manejando en la campaña electoral tendrá hueco en los hondos presupuestos. Sería fantástico que así sucediera, si la mayoría de las medidas se quedan varadas en el camino, la culpa será del comportamiento de los indicadores económicos que nos lleguen de fuera. En fin, el poder siempre tiene justificación para todo lo que hace. Pero aún nos quedan otro paseíllo importante. Las urnas están esperando su segunda oportunidad. De las dos convocatorias, las municipales juegan un papel determinante para saber la ciudad que aspiramos a tener.
Aquí no sólo hay siglas de partido, valen las personas, todas, pero no todas están dispuestas a sacrificarse y a trabajar tantísimas horas al día por el bienestar de los antequeranos, aunque los lleven en fila india a votar y los colmen de besos cuando comprueban que papeleta en mano, marcha todo sobre ruedas. Un poder de convocatoria como si les fuera la vida en ello, quizá tengamos que aprender lo que nos inclinamos claramente por otras ideas, o a lo mejor es que en el fondo no nos preocupa quien sea nuestro regidor.
Hay un trabajo de muchos años que se ve, que ha situado Antequera en el mapa internacional. Otros son suposiciones, posibilidades y mucha demagogia en contra. Hay que ser conscientes de la realidad que tenemos y de quienes trabajan por nosotros. Por mi ciudad, no me la juego.