Hace años escribí una novela con fondo histórico, siglo VIII, que ocurría en Yemen, el protagonista, Yazid, vivía una serie de aventuras de lo más rocambolescas. Siempre me he preguntado qué día me levanté para abordar esta historia en el Yemen del siglo ocho. Pues no sé, la cuestión es que la escribí y entonces no teníamos Google por aquello de las consultas. El caso es que Yazid, aunque humilde, no pasaba necesidad, el Yemen de ahora sí.
¿Por qué en cualquier lugar de este mundo muere gente de hambre? ¿Qué coalición de gobiernos necesitamos para acabar con este exterminio? ¿Porqué hay planes de guerra para mater de penuria a la población? Desgraciadamente se vende más la noticia de muertes por atentados, por armas químicas o bombardeos indiscriminados que la muerte por hambre. Es más creíble decir que la cosecha ha sido mala, cuando realmente se ha quemado deliberadamente o que no llegan los alimentos a los pueblos que lo necesitan porque se atacan los abastecimientos.
Esto viene de muy antiguo. Siempre se ha usado el hambre del enemigo para vencerlo. Hambre inducida, provocada, esto lo hacían Stalin o Lenin a las mil maravillas, de manera cruel. Ahora el relevo más inhumano lo ha cogido “el cuello jirafa”, Bashar Asad el dictador sirio. Cientos de muertos por hambre, desgraciadamente hay más señores de la guerra junto a él. Estrategias militares que se usan no contra terroristas o soldados, ellos seguro que ya se alimentan, lo grave y cruel es que se usan contra población civil de la cual, el mayor número está compuesta de niños. Un crimen que no se puede demostrar.
Sí crimen, matar de hambre es un asesinato que queda impune. Y nos llevamos las manos a la cabeza cuando Chabelita se siente desgraciada porque no la quiere nadie en Sálvame o que Aramis Fuster se muda a un hotel, o que a Carmen Lomanano le sale bien el suflé. Pues eso.