Cuando se produce una hemorragia en alguna parte de nuestro organismo, las plaquetas juegan un papel fundamental en la coagulación, son imprescindibles para detener cualquier proceso hemorrágico. Se originan al igual que otras células sanguíneas en la médula ósea, se acumulan en el bazo pasando posteriormente al torrente sanguíneo. Como su propio nombre indica, una trombocitopenia es una situación en la cual se encuentran bajos niveles de plaquetas, no olvidemos que las plaquetas también se denominan trombocitos.
Una trombocitopenia normalmente es secundaria a otra patología, se puede considerar a la trombocitopenia un síntoma de otras enfermedades. Así por ejemplo patologías como cirrosis, leucemia y anemia aplásica, en el caso de algunas infecciones (VIH), o en situaciones como el déficit de vitamina B12 o de folatos, todas ellas suelen cursar con bajos niveles de plaquetas.
En cualquier caso, las plaquetas están bajas porque o bien está disminuida su producción en la médula ósea, o bien se quedan retenidas en el bazo, o bien está aumentada su degradación. También tenemos que tener claro que algunos tratamientos farmacológicos (quimioterapia) pueden producir trombocitopenia, lógicamente el médico valorará en cada caso la idoneidad de seguir o no con el tratamiento.
Los síntomas que produce una trombocitipenia son muy evidentes, incluyen hemorragias nasales, palidez, hematomas, presencia de sangre en orina y esputo, encías sangrantes y erupciones cutáneas. El diagnóstico se confirma con un análisis de sangre (hemograma, coagulación) que ponga de manifiesto los bajos niveles de plaquetas. También es muy importante diagnosticar la patología que está produciendo la trombocitopenia.
Evidentemente el tratamiento dependerá mucho de cual es la causa que está generando esta disminución de las plaquetas. Hoy para terminar quiero resaltar que gran virtud es la paciencia, sin ella difícilmente podremos desenvolvernos con normalidad en nuestro día a día mas cotidiano.