El ambiente cofrade para que arraigue hay que soñarlo, vivirlo y trabajarlo. Parece una simpleza y que está al alcance de cualquiera. Nada más lejos de la realidad, se nace con el sentimiento, se vive en la casa, se comparte en la Cofradía y se manifiesta en la calle. Y toda la parafernalia y pompa que solo busque los lucimientos personales y el momento de gloria, está de más. No debe ser fácil ser cofrade, ni estar callado cuando se está viendo que el trabajo altruista y constante, lejos de servir de unión y ayuda en el grupo, no pocas veces se utiliza para singularizarse unos cuantos.
No es difícil comparar a los miembros de una cofradía con los de un partido político. Apenas, alguien comienza a destacar, sale con la rapidez del rayo algún contrincante nervioso e intrépido que intenta acallarlo. Los rivales nunca están fuera, siempre en el mismo bando y esperando la oportunidad de ser los primeros para imponer sus criterios. Es decir, para producir un revulsivo dentro de la cofradía, todo hay que hacerlo de manera totalmente distinta a como se venía haciendo, ningún respeto por lo que funcionara bien y el ostracismo para los que dejan el cargo. Igual que sucede en política.
Hay que felicitar a Jesús Díez de los Ríos como hermano mayor de la Cofradía del Mayor Dolor. Ha esperado con la paciencia de un santo que al fin le reconozcan el triunfo. Lo han mareado como a una perdiz para ver si podían anular su triunfo. Le han cuestionado la limpieza del voto del pasado 9 de noviembre y lo han tenido a merced de que autoridades superiores se pronunciaran a favor de su candidatura o en contra. Un aplauso por él y por su capacidad de aguantar todo tipo de comentarios.
Me gusta este tipo de gente que no se arrienda fácilmente en las adversidades y sabe sortear los baches con dignidad. Tienen unos años por delante para seguir demostrando lo que quieren y trabajan por su cofradía, los mismos que la opción perdedora para arrimar el hombro y ponerse a trabajar juntos por la mayor grandeza de esta cofradía que es tan querida e importante en la vida de muchos antequeranos.
