Frente a actos institucionales que no van más allá de la foto y las palabras sentidas y sinceras que cualquier persona pública hace llegar a la población sumida en el caos, hay comportamientos que nos revelan la categoría de cada persona. Estamos muy orgullosos de nuestro alcalde, bastante más que cuando vino de Estambul victorioso con lo grande e inmortal que hizo a Antequera.
Ahora los aplausos son sordos, están mojados por lágrimas, por el adiós a un joven que hacía su trabajo y por la incredulidad de ver arrasado el futuro de muchas familias. Ya no nos extraña este genio feroz y desbordado de la Naturaleza, donde se hace notar su poder, no hay resistencia posible. Sin embargo, cuando la debilidad humana toca fondo, el corazón se agranda hasta el infinito.Y nuestro alcalde puso corazón y acción.
Estuvo donde tenía que estar, al lado de la tragedia. Interesándose in situ por la magnitud de los destrozos y atento a las actuaciones de los especialistas, a una larga noche le siguió todo el día donde la luz mostró el alcance de la tragedia, sin abandonar un minuto su puesto de avanzadilla, porque sabe que el cargo no se lo legitima solo los votos, sino la ética de un comportamiento excepcional. Actitudes y entrega son valores que se renuevan cada día y son el termómetro perfecto para saber que un político se encuentra en estado óptimo para hacer su trabajo. Es posible que a nuestro alcalde le queden muchos años de entrega a esta ciudad que tanto quiere.
Y tanto lo necesita a él. Y su sencillez le da categoría suficiente como para mantenerse en segunda fila frente a los de mayor rango. Lo hemos visto en televisión, pero nos hemos enterado que detrás de las cámaras ha sido ejemplar. Y como siempre, su jefe de prensa al lado, y éste avisó en todo momento a los medios locales y gente que seguimos por las redes sociales con sus avisos por el móvil, como nuestro “Sol” que salió cámara en mano, para que todos tuviéramos la información inmediata y veraz. Sólo que esta vez “El Sol” se escribe en negro y con letras de llanto.
