La monarquía abre puertas y ventanas para dar transparencia y frescura a la institución. Una familia moderna que inicia un nuevo tiempo. Y, la puesta en escena me parece muy acorde con la realidad social que vivimos. Gran parte de la población ha admitido de buen grado la sencillez y austeridad de la ceremonia. Sin embargo, hubiera sido distinto si encontramos un boato excesivo, una reina Letizia de largo y adornada con la corona de las flores de lis. Comentarios para todos los gustos. Un discurso breve y con enjundia, habrá que ir desglosándolo punto por punto y extraer todo el mensaje que quiso transmitir al pueblo español. Sabe que posiblemente le toque modificar algunos artículos de la Constitución para que realmente quepamos todos en este país, pero su juventud, alegría, preparación y el saber estar impecable del que siempre hace gala, le facilitarán una labor que es difícil y complicada.
Reconozco que me gusta el rey, ha llegado en un momento oportuno cuando la gran labor de su antecesor había entrado en una fase decadente, sin retorno. Y a la reina habrá que darle una oportunidad, sus sencillos orígenes le pueden ayudar a entender los problemas reales de la calle. Se necesitan reyes casi a pié de calle para que la monarquía se ensamble con el pueblo.
Y el cierre de la semana nos dejó también la reforma fiscal, si esto espabila y paga más quien más tiene, bienvenida. Para parcheos, ahorren papeles que cada vez estamos desertizando más el planeta.