Como el enorme bloque de mármol para el escultor o el adusto tronco de madera para el imaginero, un folio en blanco supone para el escritor que plantea su nueva obra, el enorme reto de generar en sus lectores todo tipo de sentimientos capaces de hacer mover un dedo para seguir pasando páginas. Difícil tarea si consideramos que solo unos pocos, los mejores, consiguen ser relevantes en este trabajo de poner en las estanterías de muchos hogares esas ventanas al mundo con seis letras del castellano llamadas libros. Dos sílabas que en una mágica palabra encierran miles de historias reales o ficticias en donde cada autor escribe experiencias personales o imaginadas con el reto de hacer valer el dinero invertido por quien las lee.
Argumentaba Pérez Reverte que escribir no es tanto cuestión de talento como de constancia y que el camino directo al éxito por la capacidad de emocionar a los lectores está en proporción al trabajo, la dedicación y a su vez muchas horas de lectura voraz de otros autores de cualquier época. Es curioso, pero esas mismas connotaciones son las que he visto en Paco Sánchez, una persona que sin ser de nuestra ciudad, la vive profundamente y que me sorprendió por la facilidad con la que es capaz de hilvanar y publicar palabras de amor formando pequeños poemas o relatos cortos con una fuerte carga de musicalidad.
Esta tarde a las seis en el Museo de Arte de la Diputación, MAD de Antequera, en calle Diego Ponce, Paco va a presentar su libro “Las golondrinas nunca regresan en otoño”. Se trata de una publicación acorde a las ideas del sello ExLibric que tanto apoyo está aportando a esos creadores tan cercanos pero cuya creatividad hace que merezca la pena invertir en la difusión de sus obras.Un folio en blanco para Paco Sánchez no es sino la ilusión de poder tatuar en papel toda esa admirable sensibilidad creadora que le acompaña desde niño.
Hoy no me querré perder la posibilidad de leerlo y tener en mis manos su nuevo libro. Las golondrinas, como la primavera y la lectura deberían estar siempre cerca de nuestras vidas. Al menos, si se van, siempre tendremos la certeza de que vuelven.