Hoy me asomo a las páginas de este semanario con una intención diferente de la habitual. Hasta ahora lo había venido haciendo para promocionar mi centro de estética, Royma, o para dar a conocer las últimas novedades en tratamientos de belleza.
Sin embargo, esta vez lo hago por un motivo distinto: anunciar mi jubilación. Tras cuarenta y siete años de servicio ha llegado la hora de despedirme, pero no quisiera hacerlo sin antes manifestar un profundo agradecimiento a mis clientas. En cierta ocasión leí que la vida es el arte del encuentro y esto es, de alguna manera, lo que me ha propiciado mi negocio: la relación con excelentes personas, muchas de las cuales puedo considerar hoy amigas.
Durante estas casi cinco décadas como esteticista, ellas han sido el principal aliciente para superarme cada día y procurar ofrecerles siempre lo mejor. En cierta medida, mis logros se los debo a todas y cada una de ellas, que con su cariño y lealtad me han permitido crecer profesional y personalmente. Puedo afirmar que he sido afortunada al gozar de una trayectoria laboral plena y satisfactoria, que ahora da paso a nuevos horizontes en mi vida, en los que espero seguir siendo útil.
Con el deseo de que estas líneas más que un adiós sean un hasta siempre, solo me queda decir: “Gracias, mil gracias”.
MARÍA GRACIA ROMERO MADRONA