Sería en torno a 1985 cuando conocí a Ángel Guerrero. Yo era compañero de estudios de su hijo mayor y por la relación que teníamos frecuentaba con asiduidad su casa. A partir de ahí siempre mantuve con él una relación personal intensa, que más tarde se tornaría también institucional tras asumir algunas responsabilidades públicas en Antequera y en otros ámbitos.
Mi primer encuentro con Ángel supuso ponerle rostro a una voz que para mí ya era conocida por su trabajo en la radio, sobre todo por las retransmisiones deportivas y taurinas que yo escuchaba en Radio Antequera. Luego empecé a conocer también su otra faceta profesional, la de director de El Sol de Antequera, y nuestros lazos siguieron estrechándose.
De Ángel siempre me quedará el recuerdo de un hombre decidido, de fuertes convicciones, amante de nuestras tradiciones y especialmente dedicado a Antequera, permanentemente respetuoso y atento a cualquier cuestión que tuviera que ver con nuestra ciudad, a su historia, a sus tradiciones y también a su futuro.
Su implicación con la ciudad era tal que siempre podías encontrarle en todos aquellos lugares que tuvieran que ver con alguna cuestión relativa a la misma, participando con frecuencia como presentador y moderador de actos benéficos, institucionales o deportivos.
Tengo la suerte de haber podido compartir con él un sueño, la candidatura de los Dólmenes a Patrimonio Mundial, algo que le llenaba de orgullo porque entendía que era poner el nombre de Antequera en el mapa mundial.
Recuerdo vivamente el día, hace apenas unos meses, en que Ángel y yo, con Cristóbal Toral y otras personas representativas de la ciudad, nos hicimos una foto a la entrada del Dolmen de Menga para apoyar la candidatura dolménica, una foto que tomó su hijo Curro y que ilustró una portada de El Sol de Antequera que ya es historia.
¡Ángel pudo ver ese sueño cumplido y a su Antequera del alma, patrimonio mundial. Descansa en paz, querido Ángel!