sábado 5 octubre 2024
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Un país para viejos

Demasiados los que hemos superado la barrera de los sesenta años, tantos que según las encuestas una parte considerable de los votantes del PP tiene más de sesenta y cinco años, es decir, que son pensionistas. Ahora que este colectivo está en un puro clamor reivindicativo por mantener sus pensiones con el alza de los precios, nos deberíamos hacer una reflexión que aunque de sobra conocida tiene una importancia vital. 
 
Hemos dejado de lado las políticas de natalidad, parecía que esto de las familias numerosas eran resquicios anticuados de la época franquista y la democracia abogaba y pedía un cambio en la familia. Los dos progenitores con un trabajo remunerado fuera del hogar y un hijo o dos a lo sumo, completaban la familia moderna. Echamos andar en democracia con una estructura idílica, al menos sostenible. La apertura a Europa hizo el resto consiguiendo un estado de bienestar impensable para una España atrasada con respecto a sus socios europeos más vanguardistas. El bienestar trajo mucha longevidad y no hay jóvenes que aguanten tanto viejo cobrando. Porque a lo jóvenes no les dimos oportunidad de que se multiplicaran y los que tenemos, trabajan muchos en unas condiciones precarias que apenas tienen para ellos ¿cómo van a cotizar para los demás?
 
Y encima tenemos un Estado más dividido y complicado que cuando nos llegaron los aires de libertad. La futura independencia de los catalanes, y el consiguiente envío de dineros para aplacar ánimos, nos está llevando a un hartazgo a toda la población. Para colmo, el Tribunal de Estrasburgo les da alas a jóvenes que solo viven para insultar al Estado Español. Y lo peor del caso, muy comentado en medios periodísticos, es que no son pocas veces las decisiones que se toman según el magistrado del país que se juzgan. Pues si es así, el nuestro que creo que está en la línea del PSOE, estará muy satisfecho de ver como una institución bastante respetada como es la Monarquía, puede ser mofa y burla de unos niñatos porque tienen que tener una completa libertad de expresión. El resto no tenemos esa libertad de expresión tan amplia, nos tenemos que morder muchas veces la lengua. Callados o protestando somos muchos mayores y los problemas de tanto mayor asustan a los jóvenes.
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