En un abrir y cerrar de ojos, no exento de mucho dolor y despedidas, los populares tienen un nuevo líder. Tenía que haber llegado sin tanto ruido y espadas desenvainadas. Feijoó es la nueva esperanza que puede consensuar las distintas opiniones dentro del partido y ponerse en línea de salida a la presidencia de la nación. Es eficiente y templado, gran conocedor de la política y gana mucho en las distancias cortas. Hace pocos años estuvo entre nosotros paseando por la ciudad de Antequera dejándose admirar por tanta belleza que iba descubriendo.
En la plaza de San Sebastián, un pequeño mitín improvisado nos dejó muy buen sabor de boca; pero los tiempos no le fueron favorables y llegó un joven Casado, pretencioso y ensoñador, empujado por los detractores de Saénz de Santamaría, que no ha podido convencer al partido y su aceptación, entre sus militantes y simpatizantes, estaba sobre mínimos. No hay mal que por bien no venga. No se puede obviar las opiniones de los más avezados y arriconar, la experiencia y conocimientos, por caprichos de jóvenes con las cabezas llenas de pájaros creyéndose que van a salvar al mundo. La política debe ser madurez y una opinión con criterio, ni una cosa ni la otra acompañaba al equipo de Casado. Y no saber llevar el timón con la energía que requiere se lo ha llevado por delante. No ha hecho nada malo, tampoco nada sobresaliente.
Feijoó va a trabajar por unir el partido, recuperar esos votos que se han escapado por no encontrarse seguros en el PP y hacer una oposición constructiva. No es exaltado ni manipulable. No es fácil su tarea, pero con él al frente el partido ha cobrado esperanza. Sabe su posición y no se prestará a ser el hazmerreír de VOX o el PSOE. Recuperará valores y personas del partido olvidados, silenciados por inexpertos a los que le venían muy largas las responsabilidades de gobierno. Los versos sueltos van a disminuir el volumen. Feijoó sabe llevar las riendas y no va a permitir que ninguno de los suyos vaya por libre. ¡Menudo trabajo le espera!
