Es lo que vemos en televisión acerca de las declaraciones de los responsables de los ERES. Es posible que el ex -presidente se enterara por la prensa, no de la trama de adjudicaciones y falsas empresas que se habían alzado con un dinero común muy necesario para pagar a un colectivo más deprimido, sino de que hubiera salido a la luz pública ese entramado de líos administrativos y millonarios casi tan perfecto que nadie admite, ni reconoce que se estaba produciendo desde un tiempo atrás.
De igual modo se pronunció Griñán. El desconocimiento absoluto de las irregularidades hace suponer que la transparencia de la que hablan los políticos es una falacia que sólo sirve para convencer en período electoral. Es una tomadura de pelo casi generalizada y continua la que se está produciendo en este País. Casos de malas prácticas y abusones del poder a diario son noticia, y lo peor es que siguen siendo noticia durante mucho tiempo. La mayoría no dejan el cargo, creen que viene por la gracia de Dios aunque no se crea en ÉL. Y, ni el partido, ni la sociedad en su conjunto somos capaces de dejar fuera a tanto indecente, menos, de recuperar el dinero que por su culpa se ha perdido.
Parece que el sujeto más sinvergüenza, más nos atrae, a tenor de lo que andamos viendo en el panorama político. Todos se justifican de mala manera, inventan sus propias coartadas enmarañadas de mentiras y medias verdades para continuar en el cargo por encima de cualquier consideración. ¿Devolver el dinero? ¿Quién piensa en eso? Si la mayoría de los responsables políticos son unos angelitos de la caridad que han sido engañados por sus subordinados, que tampoco dimiten, para que sus lenguas no se conviertan en la enemiga de las falsedades y líos donde se sostienen demasiados.