No se puede decir, “nos ha dejado por fallecimiento” tal artista. Considero que todos aquellos que han dejado una huella indeleble en las artes, son agradecidos con el don de la eternidad, adquiriendo la inmortalidad a través de sus obras. Evángelos Odysséas Papathanassían, conocido como Vangelis, ya gozaba del reconocimiento y esa eternidad en nuestros corazones. Su música electrónica ha conectado con la psique del escuchante, siempre ha creado una dimensión emocional, reflexiva y de entendimiento, a través de la escucha, alterando nuestra conciencia en pos de lograr alcanzar una mínima parte de ese “todo” cósmico, que siempre defendía en sus composiciones musicales.
El cine ha sido uno de los grandes beneficiados de su arte. Su música, no es que acompañe a las imágenes proyectadas, va paralela, en sintonía, a la percepción que tiene el director cinematográfico de su obra. Sus bandas sonoras: “Carros de fuego” (1981), “Blade Runner” (1982) y “1492: la conquista del paraíso” (1992), son reconocibles por el gran público, y custodiadas por cualquier buen cinéfilo que se precie en su discoteca particular. Ahora, Vangelis ha alcanzado, conocido y disfruta de ese estado que tanto ha predicado, investigado e intentado transmitir con su obra. Desempolvo mi colección “Cosmos” de Carl Sagan (1980).
Dejando volar la imaginación, escuchando la sintonía de Vangelis, viajo mientras contemplo el universo y sus secretos. Intentando comprender o alcanzar, una infinitésima parte de los inmensos misterios que a Vangelis le ha sido revelado en el comienzo de su viaje. Hoy, de seguro, cerca de la Puerta de Tannhäuser, su música se ha fundido en el cosmos como lágrimas en la lluvia. Gracias, maestro.
