Tapan el interior: moderación, amabilidad, cara de niño bueno, mano tendida; es lo que ofrece Pedro Sánchez para ser presidente. Acaricia una investidura que puede salvarlo de morir emparedado entre derecha e izquierda, y, aunque los toros de lidia que pueden estropear su intento están perdiendo fuelle, no es fácil la misión encomendada. No es sólo cuestión de probetas como señalaba el otro día el ABC, buscando la fórmula de gobierno en un laboratorio, ni siquiera suavizar las líneas rojas por un color tenue, casi imperceptible, que estén sin aparecer, negocio de puertas cerradas a la espera de acontecimientos favorables. Es mucho más, es poner un país en marcha y, sinceramente tengo mis dudas que en estos momentos encontremos un dirigente capaz de tamaña hazaña. El vacío lo aprovecha Cataluña que va lanzada y otras fuerzas que quieren imponer y decidir mucho donde el mando no está claro y las decisiones bastante tibias. Ya ni nos quita el sueño, los sustos se han transformado en chascarrillos y la audiencia televisiva es mayor en la elección de un cantante que en los temas serios que deciden el futuro.
Y hablando de cantante, nos presentamos en Eurovisión con una canción en inglés. Dicen que es para ganar, que el castellano en los países del Este no se entiende bien y no lo puntúa, y que la representante es la más guay del paraguay. ¿Y qué vamos a ganar despreciando nuestro idioma en un certamen internacional? Tenemos buenas razones para luchar por nuestra lengua. El mundo se está llenando de hispano- parlantes y en casa nos incomoda. Será porque llevamos mucho años con ella y no la defendemos con pasión permitiendo que se la relegue un segundo plano.
De moda cualquier cosa y de sentimientos, mirando el mapa actual de España está claro. De gobernabilidad queda un rato para acuerdos soterrados que se transforman en sonrisas forzadas cara a la galería. Un mes intenso par recular sobre las promesas electorales.