jueves 21 noviembre 2024
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Verdad y fábula

Los almendros salpican de blanco los montes, cerca de las Pedrizas, hoy los agita el viento.

Allá abajo, un atentado en Irak se cobra, cual factura olvidada, la vida de una veintena de seres humanos.

Salvajes, las ramas de aquel árbol, cuelgan desgreñadas sobre los mojados montes de arcilla.

Hacia el oeste, bañada por el Atlántico, Haití, la isla que no estaba y de pronto como la erupción de un volcán traidor, surge casi de la nada arrastrando consigo la pobreza de una existencia castigada por la ira de un terremoto, con más poder destructivo que la orden tirana de cualquier presidente o mandatario de la tierra.

Enloquecido, el epicentro de Puerto Príncipe rugió desde abajo, a 10 kilómetros de profundidad y vociferó escupiendo destrucción y escombros. Fuerzas sísmicas aniquiladoras. Así, el país más pobre de América Latina, sucumbió ante tamañas cifras de la escala Richter: 7º. Cientos de cadáveres para un seísmo.

Las raíces centenarias de los almendros en flor ignoran el poder de sus entrañas, sólo saben que tras la lluvia sale el sol y que a comienzos de febrero nuestros montes lucen hermosos, llenos de estos copos rosados, demasiado lejos del coche, no percibo su olor penetrante. Lo imagino y en el pensamiento se mezcla con el hedor imposible pero real, de esos cientos de humanos sepultados, muertos, o de los niños, y sus lágrimas negras que deambulan perdidos por un mundo hostil que les roba inclusos su triste orfandad.

En un banco de Suiza hay bloqueados 5,7 millones de dólares que robó Duvalier, el dictador, bajo la tapadera de «obras sociales». Si los milagros existen, el pueblo de Haití los recuperará. ¿El pueblo?, ¿o aquellos que se disputan su gobierno entre los despojos? Hay muchos Duvalier repartidos por el mundo.

Yo vi cómo unos almendros floridos se alzaban majestuosos y lúcidos equilibrando la insensatez de un amanecer lívido. Su porte llamaba a la concordia, pero la Tierra y sus moradores habían olvidado el verdadero significado de esta palabra.

En el sur, los gritos suenan huecos, sordos. El olvido de estos haitianos, es una pequeña muestra del olvido de muchos seres. Igual se recupera la memoria.

 

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