martes 3 diciembre 2024
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Viviendo la jubilación

Trascurrían los años finales en la década de los setenta y se iniciaban los ochenta, arrancaban mis cotizaciones a Seguridad Social, pareciera que la edad de jubilación no habría de llegar nunca. Hubo un tiempo en que, los compañeros con edad ya suficiente para ello hablaban y aburrían con su ya cercana etapa en la que podrían dejar de trabajar y cobrar la pensión. Muchas personas piensan que con la jubilación les llega el final de la vida, pero solo es el final de la vida laboral. Hay muchas frases para definir este tiempo en el atardecer de las personas. La jubilación puede ser un final, un cierre, pero también es el comienzo de otras mucho más interesantes. Esta otra me encantó: “Retírate del trabajo y de la presión del mismo, pero no de la vida y de la diversión”.

Existen tantas formas de vivir la jubilación, como personas jubiladas. Si hay un mandato, decreto o disposición, que nos diga el como debemos administrar nuestro tiempo de exclusión laboral, cada persona lo interpretará según, situación familiar, ámbito laboral ejercido, estado de salud, costumbres y maneras de entender el como disfrutar de la vida.
A la persona jubilada, es costumbre homenajear y ofrecerle una fiesta de despedida, comenzando por compartir un buen menú. La genética heredada de nuestros ancestros nos dice que tenemos dos formas muy principales para divertirnos, pues con ello se perpetuaba la especie humana: la reproducción y qué duda cabe, la alimentación. Ciñámonos a la alimentación, motivo el cual, nos sirve como les decía, para la celebración de actos sociales incluidos las jubilaciones, comidas de Navidad, y en el argumento que nos deja hoy la imagen, la comida del verano. Es, en esta ocasión, una comida que si bien está formada por personas jubiladas, compañeros de trabajo, (alguno, muy joven y aún sin jubilar), es también una reunión de personas prestos a dar buena cuenta de cuantas viandas nos lleguen a la mesa, por el solo motivo de celebrar el encuentro, la llegada del verano, el seguir dispuestos y con capacidad para reunirnos y llenar los estómagos con un buen menú, dado que la clave de la jubilación es poder disfrutar de las pequeñas cosas.
Yo al mediodía cinco… Pues yo por la noche son siete. Estas son también, otras frases que llegaban a mis oídos, y que definen el tiempo en la vida, de las personas exentas de acudir a trabajar, las pude oír mientras dábamos buena cuenta de alguna pata de chivo o bacalao gratinado. No se referían al número de platos, tampoco a otras actividades más complejas de realizar, aunque eso sí, mucho más divertidas de lo que en realidad estaban comentando, lo hacían en modo y manera de ver quien necesitaba más pastillas para el control de su salud, colesterol, la tensión el azúcar…

Cumplir años cuando la cresta de la vida va hacia arriba es ameno e incluso divertido, se puede comer de todo, no molestan las grasas, el pan y todos esos alimentos que, cuanto más buenos están más pronto te los restringen con la llegada de la jubilación. Aquí ya, el cumplir años se hace más monótono. Y cuando el nivel de nutrientes en el torrente sanguíneo está por encima de sus parámetros saludables, al insistir con el disfrute de unas buenas viandas y a ser posible regadas con un buen vino, podemos estar creando un conflicto con el mantenimiento de la salud.

Esto sí, la jubilación no es para descansar y aburrirte. La actividad física la debemos mantener para bajar el colesterol y los nutrientes de nuestro organismo cada vez que nos enfrentemos a una buena mesa. “No dejamos de movernos porque envejecemos; envejecemos porque nos dejamos de mover”, George Bemard Shaw.

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