Sí, votaré o habré votado posiblemente cuando lean estas líneas. Votaré de nuevo y más convencida que en diciembre al mismo partido. ¿Por qué votar? porque necesitamos un gobierno frente a todo aquel que nos mire y frente a nosotros mismos. Votaré porque creo en la España que viene y no en la que hay y porque no me da miedo el coco inventado por algunos que creen que aún somos imbéciles. Estoy ilusionada como votante y me movilizaré. Nunca he creído que el apoltronarse en un sillón consiga algo positivo, y nuestro país necesita movilización de verdad y no sonrisas postizas.
Nada de pactos extraños como el de Pedro Sánchez y Ciudadanos, ¿Pero qué podía salir de aquí? Parece ser que los militantes entran por el aro, pero los votantes no tanto. Para los votantes no hay mantras que valgan, sólo si se dedican al yoga o la meditación. Así que llego a una conclusión, visto lo visto, si alguna vez este país, España es capaz de liberarse del autoritarismo, de una derecha ultra, mentirosa y corrupta, tal vez tendremos posiblemente un gobierno para largo venga de donde venga.
He estado una semana por tierras de Aragón por viaje de placer. He visto, de pasada, no iba a eso, mítines de todos los colores, en la Plaza del Pilar el de Unidos Podemos. Abarrotado. Calles y lugares colmados de gente de todas las edades y como yo hablo con todo hijo de vecino preguntaba, especialmente a los mayores, porque me extrañaba tal vez el entusiasmo de estos pensionistas tan denostados ahora. La respuesta más o menos era siempre la misma: “Total si votamos esto, peor no vamos a estar” y “ me he vuelto a sentir lleno de vitalidad y entusiasmo” Una señora en carrito de ruedas, me contaba: mi nieto me lleva a todos estos mítines y cuando creía que estaba más para allá que para acá resulta que he hecho amigos y todo”. ¡Siento alegría!