De las tres formas aparece escrito este “Partido de Dios”, rama chiita de los musulmanes libaneses. Y la guerra entre Israel y los árabes continúa… Mucho tendríamos que hablar de HIZBOLÁ, de ese “Partido de dios” tan influyente en el Líbano de hoy. Recordaremos algo a ese Líbano de antes de HIZBOLÁ, y debo remontarme a aquel Líbano y a aquel Beiruth, tan “pacíficos e influyentes” de finales de los años 60 del siglo pasado. Vivía yo entonces en la Maison Internationale de Paris (distrito XIV) y me podía permitir, como muchos otros, desayunar, comer, y cenar al gusto de los distintos restaurantes distribuidos en aquella casa común. La Maison du Liban con su buen café, no podía constituir una excepción; los franceses se habían encargado de hacer el resto; llegaron a bautizar al Líbano como la “Suiza del mediterráneo”. “Vamos a tomar buen café a la Maison du Liban; vamos a tomar buen café a la Suiza del mediterráneo”.
Pasaron los años; en el 1982 se constituyó HIZBULÁ, y desde entonces ha crecido y se ha adueñado del LÍBANO, tomando la figura de un miniestado, con todo lo que debe tener un Estado. Hoy, las cosas son así. ¿Por qué me empeño en hablar de HIZBULÁ, y no de HAMAS, que tanto ha sonado? En todas partes se ha resaltado la guerra entre Israel y Hamás, rama sunita, sin mencionar apenas a HIZBULÁ… Pero, alfin apareció el Líbano, empezó a hablarse de Beiruth, y ¡cómo no! de la rama chiita de los musulmanes libaneses. Es lo que yo esperaba. Y voy a explicar el por qué.
Me remontaré a la primera década de los años 90 del siglo pasado; fui al hervidero israelo-árabe de esa parte del mundo. Visité varios centros de Investigación y Desarrollo de varios países árabes; me detuve en Jordania; en Ammán aprendí mucho de Jordania, de Arabia Saudi, y por supuesto de Israel. Visité Tel-Aviv, Jerusalén y Haifa; observé que los árabes presentaban sus proyectos con toda prudencia, mientras los israelíes pregonaban por doquier sus grandes éxitos en la investigación. Y llegó el momento de visitar un kibbutz de biotecnología de plantas, muy cerca de Rosh Hanikra, casi en la frontera del Líbano: no fue posible; según me explicaron, aprovechando la noche, HIZBULÁ, había lanzado dos rockets (proyectiles propulsados por cohetes) desde el LÍBANO, que habían impactado en el kibbutz de que yo iba a visitar… Mi visita biotecnológica fue suspendida de inmediato; no pude hablar de Ciencia, pero aprendí mucho más… de Israel, del Líbano, y de HIZBULÁ…
Mis interlocutores aprovecharon, ¡cómo no!, para hablarme de HIZBULÁ, y para enseñarme el LÍBANO desde el lado israelí. Subimos por una ladera montañosa; llegamos a la frontera y, desde allí pudimos contemplar las llanuras libanesas en las que operaban los miembros de HIZBULÁ. Nada más seguro que hacer esa “excursión”aquel día: las bombas habían caído en el famoso kibbutz israelí de biotecnología la madrugada anterior. Una vez contemplamos aquellas llanuras libanesas “llenas de paz”, dimos un paseo por los acantilados de Rosh Hanikra: todo espectacular y precioso. ¡Quién podía pensar que estábamos en guerra!¿Y qué ha sido de aquel kibbutz y de aquellos acantilados turísticos? La vida ha continuado como si nada; el kibbutz ha ido a más, y el desarrollo turístico de aquellos acantilados también. HIZBULÁ está allí; ha seguido engordando. Y actúa de vez en cuando, trayendo a nuestra memoria que el Líbano está donde estaba, aunque no es lo que era.Ahora es otro Líbano muy distinto, claro.