El conflicto entre Israel y Palestina, uno de los más prolongados del mundo moderno y que hunde sus raíces en disputas territoriales, religiosas, políticas y de seguridad, se ha prolongado durante décadas e inexplicablemente se está convirtiendo a los ojos de cualquiera en una situación que llega a taladrar las retinas de cualquier ser humano que se precie de serlo sobre la tierra. Desde luego con Trump y Benjamín Netanyahu no va lo anterior.
Las franjas de Gaza y Cisjordania están siendo no espacios geográficos de enfrentamientos fronterizos. Lo anterior está muy bien para abrir las noticias en la prensa pesebrista o en la pseudo prensa. Para cualquier persona con un mínimo de conocimiento y de sensatez, esos escenarios están siendo lugares del genocidio de una población infantil que muere a diario. Suena fuerte, pero están exterminando a los palestinos mientras los responsables diplomáticos del mundo miran para otro lado o no están a la altura.
¿Nadie se conmueve ante esas imágenes desoladoras que nos muestran en televisión de Palestina? ¿Cuántos niños, seres inocentes, vidas inocentes tiene que asesinar y exterminar más Benjamín Netanyahu para que la población mundial se eche a la calle?
Está claro que los lanzamientos de cohetes por parte de Hamas u otros grupos armados no deben ser aplaudidos por nadie y merecen de forma rotunda ser condenados por la comunidad internacional. Pero de igual forma se debe hacer con las acciones israelíes que están causando miles de muertos de población civil y de destrucción masiva de unos escenarios donde algunos quieren montar un paraíso del descanso. Destruyendo y generando odio para, sobre esas cenizas, crear un mega resort. ¿Así es la vida?
Es difícil admitir y tener que aplaudir que el bloqueo terrestre, aéreo y marítimo por parte de Israel es un hecho más que merecido para los gazatíes. Las condiciones humanitarias dejan escenarios que no tienen justificación alguna.
Así pues, algo habrá que hacer, la población mundial no puede quedar satisfecha con las buenas intenciones o las acciones que lleva a cabo la diplomacia internacional pues la situación en Gaza está siendo más que crítica. Sin infraestructura, sin salud, sin acceso a los servicios básicos… Un caos que la diplomacia internacional a pesar de sus intentos por mediar dar solución no consigue avanzar en el proceso de paz.
Visibilizado de manera más que cruel la situación Palestina, esperemos que con la llegada del nuevo Papa, nuevos aires al menos religiosos permitan a los máximos mandatorios generar nuevos escenarios para acabar con atrocidades inexplicables en el siglo XXI. Y, ¡ojo!, todo ello sin haber citado Siria y los destrozos hacia Ucrania.
