Era un día caluroso de julio. Terminamos de desayunar con tranquilidad pues lo viajes de placer son para disfrutar de todo y como el desayuno es una de mis comidas favoritas del día, estando de vacaciones lo alargo, lo saboreo.
La chica de recepción estaba lívida y miraba espantada la pantalla de la televisión que estaba en la entrada del hotel. Me acerqué y en mi cara leyó una interrogación. La pregunta quedó suspendida en un lugar en el que se pierden las palabras. Mi mirada siguió la suya y yo casi grité ante el horror de las imágenes: ”¡Es en España!”.
Sí, desgraciadamente el accidente ferroviario sucedió en Santiago, Fallecieron 80 personas o lo que es peor, 80 familias destrozadas y heridos claro está, nada menos que 144. Qué cifra tan pesada para todo aquel que tenga un mínimo de conciencia. Un único culpable dijo el Gobierno, el conductor. ¡Vaya! Yo pensé en días sucesivos “un tren de alta velocidad en manos de una sola persona, ¡imposible! “. Si la justicia no es ciega, y espero que en este hecho no lo sea, el juez que instruye la causa ha decidido dirigir su investigación hacia Andrés Cortabitarte, el por entonces era jefe de seguridad en la circulación de estos trenes Adif. Lo declara presunto, presunto responsable de delito de homicidio y lesiones por imprudencia grave, cito textualmente. Los familiares de las víctimas han conseguido la reapertura del caso.
Angrois, punto de dolor y de descarrilo. Una curva peligrosa. Un tramo detectado por la empresa y por Ineco la consultora pagada con nuestro dinero por el Ministerio de Fomento, presidido por la entonces ministra Ana Pastor hoy presidenta del Senado. Velocidad extrema tal vez, pero desde luego y dicho ahora por el juez, no se hizo una valoración adecuada de ese riesgo y eso le competía a las altas autoridades de Fomento. Descansen en paz.