En medio de las celebraciones de familia en esta navidad, de visitas a los belenes, de brindar por el año nuevo, de comer los ricos dulces navideños, la Iglesia hoy celebra la solemnidad de santa María Madre de Dios. Concluimos la octava de navidad y comenzamos un nuevo año civil de la mano de nuestra madre la Virgen María.
A ella hacemos eco de la alabanza de los cristianos de todos los tiempos, los que desde el Concilio de Efrso (año431) la reconocieron como la Theotokos (Madre de Dios). Desde entonces María es es orgullo de nuestro pueblo que la vestimos de fiesta con coronas de oro y plata y mantón preciosos. Ella es la hija predilecta, símbolo del nuevo pueblo de Dios que alaba con la propia vida la irrupción del Hijo de Dios en nuestra historia.
El evangelista san Lucas nos recuerda la vuelta de los pastores a sus majadas. Los pastores cuentan por todas partes lo que han visto y oído causando la admiración de todos. Los pastores son un anticipo de la tarea evangelizadora de la Iglesia. En María contemplamos su actitud humilde y sencilla que observa los hechos de Dios y medita sobre ellos. María comienza su camino de meditación y búsqueda de sentido en la vida de Jesús que la caracteriza toda su vida.
Hoy en medio de los problemas, crisis, sufrimientos y dolores que la vida nos sigue presentarnos, es la hora de comenzar un nuevo año felices y contentos al lado de nuestra madre María. ¡Señor, danos la gracia de creer en la buena noticia dada a los pobres! Es una buena noticia para compartirla con agradecimiento, como lo hicieron los pastores.
Recordemos que los pastores fueron los primeros que visitan a Jesús en Belén. Su misma presencia visuaaliza la descendencia de de Jesús del rey David. Pero a la vez eran sospechosos de conducta irregular. Eran vistos como marginados sociales en la época de Jesús. Pues bien, esos pastores una ve encontrado a Jesñus, se convierten en pregoneros de lo que han visto y oído. Son mensajeros y aóstoles de la Buena Noticia. Esa será la tarea fundamenteal de los apostoles y e la Iglesia.
Hoy los creyentes ante esta realidad no podemos quedar con los brazos cruzados. Estamos llamados a proclamar y pregonar por el mundo lo que hemos visto y oído en la experiencia sacramental, en la esciucha de la palabra y en la experiencia personal. Sabemos que todo encuentro importante deja un a huella imborrable en el espíritu y una urgencia irresistible de comunicarlo.
El evangelista Lucas destaca también en el evangelio de hoy la actividad contemplativa y meditativa de María. “María conservaba todas estas cosas meditandolas en su corazón”. Recordemos que la palabra “corazón” significa en la antropología hebre la intimidad de la persona: entendimiento, voluntad, sede de los sentimientos más intimos de la persona. Guardar en los más íntimo de su persona es lo que hace María con todo lo ques escucha y observa. Pero además medita (rumia y da vueltas) todos los acontecimientos que se producen alrededor de Jesús.
Hoy a los creyentes nos cuesta pararnos detenernos, hacer silencio y meditar como lo hizo. Ella nos invita a buscar el silencio interior de nuestras vidas, a observar la realidad no con pesimismo, ni odio sino con paz y amor. La vida va pasando con sus alegrías y penas, dolores, sufrimientos, fracasos y triunfos. Y los creyentes hemos de responder a esta realidad insustituible de escucha y de búsqueda de sentidad de la vida en la personalidad de Jesús. Es la verdadera respuesta que el mundo necesita.
Finalmente recordemos que hoy estrenamos un Año Santo de gracia y jubileo para fortalecer y compartir la esperanza. El Jubileo de 2025, según el Papa Francisco, podrá ser un signo de Renacimiento, y de confianza, de Paz y bendiciones para todos, como peregrinos de Esperanza, pero sin perder de vista tantos vacíos y sufrimientos de nuestro mundo, que solo puede llenar Dios.
¡Feliz año Nuevo para todos al lado de Jesús y María!
El relato recuerda la vuelta de los pastores a sus majadas. Lo pastores cuentan por todas partes lo que han visto y oído causando la admiración de todos. Los pastores son un anticipo de la tarea evangelizadora de la Iglesia. María comienza su camino de meditación y búsqueda de sentido en la vida de Jesús que la caracterizará toda su vida.
Seguimos en tiempo de Navidad, estrenando un Año Santo de gracia para fortalecer y compartir la Esperanza.
El Jubileo de 2025, según el Papa Francisco, podrá ser un signo de Renacimiento, y de Confianza, de Paz y bendiciones para todos, como Peregrinos de Esperanza, pero sin perder de vista tantos vacíos y sufrimientos de nuestro mundo, que sólo puede llenar Dios. Hay un hueco con forma de Dios en el corazón humano, que sólo lo puede llenar El (Pascal).
Pablo VI, con la Fiesta de María, Madre de Dios, puso de manifiesto el vínculo del Nacimiento de Cristo con la Maternidad de María. Desde María, Madre de Dios, contemplamos hoy el Misterio central del Nacimiento del Verbo, en la humildad de nuestra carne, con el deseo de hacerlo nuestro como ella.
María es conocida por todos como la Madre de Jesús, pero ¿cómo es que la Iglesia católica le dio el título de Madre de Dios?. Porque en ella la Palabra se hizo Carne y acampo entre los hombres el Hijo de Dios, príncipe de la Paz, cuyo nombre, Salvador, está por encima de todo otro nombre.
Esta Fiesta de María, Madre de Dios, nos ayuda a acoger hoy la Palabra como ella en el corazón, y entregarla hecha vida en la fe. El Hijo de Dios se hizo hombre naciendo como todos, de una mujer, marcado por la fragilidad y la debilidad inherentes a toda carne, que Jesús hizo suyos. Por eso, El es el ancla de nuestra esperanza.
En este día en que el Papa abre la puerta de la Basílica de Santa María la Mayor a todos los peregrinos de la Esperanza, nos abrimos nosotros en oración, a la Misericordia y la Caridad de la Salvación para todo el año.
El relato recuerda la vuelta de los pastores a sus majadas. Lo pastores cuentan por todas partes lo que han visto y oído causando la admiración de todos. Los pastores son un anticipo de la tarea evangelizadora de la Iglesia. María comienza su camino de meditación y búsqueda de sentido en la vida de Jesús que la caracterizará toda su vida.
Reflexiones
1ª) ¡Los primeros invitados: los pastores!
Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre. Todos se admiraban de lo que decían los pastores. Los pastores son los primeros que visitan a Jesús en Belén. Habían recibido una revelación de la identidad del Niño que retrotrae la revelación pascual de Jesús como Señor y Mesías (Hch 2,36). De los pastores se tenía entonces una opinión ambivalente y compleja: por una parte recuerdan y son símbolo de la ascendencia davídica (David era pastor y estaba pastoreando cuando fue elegido como rey de Judá y de Israel). Su misma presencia visualiza la descendencia davídica de Jesús. Pero a la vez eran sospechosos de conducta irregular. Eran marginados sociales en su época. Pues bien, esos pastores una vez encontrado a Jesús, se convierten en pregoneros de lo que han visto y oído. Son mensajeros y apóstoles de la Buena Noticia.
Esa será la tarea fundamental de los Apóstoles y de la Iglesia. Por eso Lucas retrotrae a la infancia la experiencia pascual de la proclamación de Jesús. Los creyentes somos convocados a proclamar y pregonar por el mundo lo que hemos visto y oído en la experiencia sacramental, en la escucha de la palabra y en la experiencia personal. Sabemos que todo encuentro importante deja una huella imborrable en el espíritu y una urgencia irresistible de comunicarlo. la auténtica experiencia empuja a una sincera y convincente comunicación.
2ª) ¡Actividad meditativa y contemplativa de María!
Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Esta descripción de la actividad interior de María aparece todavía en otra ocasión: con motivo del encuentro de Jesús en el templo (Lc 2,51). Lucas utiliza dos verbos distintos: conservar y meditar (= rumiar, darle vueltas). El primero sugiere la acción de guardar celosamente un tesoro muy valioso en lugar seguro. Corazón significa en la antropología hebrea la intimidad de la persona: entendimiento, voluntad, sede de los sentimientos más nobles del hombre. Guardar celosamente en lo más íntimo de su persona es lo que hace María con todo lo que escucha y observa. Pero además «medita» (rumia y da vueltas) todos los acontecimiento y gestos que se producen alrededor de Jesús. Más tarde los mismos gestos y actitudes de Jesús serán el objeto de su labor de meditación. La misma expresión la encontramos en Génesis 37,11 al hablar de los sueños de José: Jacob meditaba todo esto. El significado correcto parece ser el de «dar vueltas» en el interior a fin de ordenar todos los elementos y encontrarles su sentido. Es la acción de quien quiere entrar y asimilar el misterio. María daba muchas vueltas para entrar en la comprensión de Jesús dada la riqueza de la personalidad del Hijo. Y es una labor que mantuvo toda su vida. Como Jacob, quiere encontrar el sentido de cuanto Jesús hace y dice. María es, madre y maestra, de los discípulos de Jesús inmersos en un mundo poco habituado a escuchar y, todavía menos, la palabra de Dios. Los creyentes han de responder a esta urgencia insustituible de escucha y de búsqueda de sentido en la personalidad de Jesús. Es la respuesta que el mundo necesita.
3ª) ¡Madre de Dios y discípula de Jesús!
Sabemos, por el relato de la anunciación, que María es llamada a cumplir la singular e irrepetible misión de ser la Madre de Dios (Lc 1,35). Es la misión y el don más altos que Dios le concedió. De este don arrancan todos los demás; todas las demás prerrogativas penden de esta central y fundamental. Pero también es necesario dirigir la mirada hacia su respuesta permanente y fiel. Lucas nos recuerda una breve pero entrañable escena del ministerio de Jesús: Una mujer de entre la multitud dijo en voz alta: Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron. Pero Jesús dijo: Más bien dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica (Lc 11,27-28). San Agustín comentaba: «Ciertamente, cumplió Santa María, con toda perfección, la voluntad del Padre, y, por eso, es más importante su condición de discípula de Cristo que la de madre de Cristo.
Por esto María fue bienaventurada, porque, antes de dar a luz a su maestro, lo llevó en su seno… De ahí que María es dichosa también porque escuchó la palabra de Dios y la puso por obra; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo… Y es más importante lo que está en la mente que lo que se lleva en el seno» (Sermón 25,7-8). María fue admirable por los dones recibidos de Dios y es imitable por su profundo y progresivo camino de fe. La verdadera relación con María se podría resumir en cuatro expresiones: conocerla cada vez mejor; imitarla cada vez con más fidelidad; amarla y dejarnos amar por ella con mayor intensidad; venerarla desde el corazón y los gestos visibles. Sólo en la conjunción de las cuatro actitudes estaremos en el camino correcto de nuestra relación con ella. La escucha de la palabra cuenta con una congratulación-bienaventuranza de Jesús. La alegría que proporciona la tarea de llevar la buena noticia no es fácilmente comparable con otras formas de alegría. También nuestro hermanos en la fe necesitan hoy profundizar y madurar sus verdaderas relaciones con María.
4ª) ¡Se llamará Jesús-Salvador-Dios con nosotros!
Y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción. A los ocho días cumplen con Jesús un rito habitual entre los judíos desde Abrahán (Gn 15,23-27) como signo de la alianza de Dios con él. En adelante el signo de pertenencia al pueblo de Dios es la aceptación de las cláusulas de la alianza (especialmente del reconocimiento de Dios como único y sólo Dios) y el signo visible de la circuncisión. Y Jesús, que quiso ser uno de tantos y pasar por un hombre cualquiera (Flp 2,7) en todo menos en el pecado (Hb 4,15), comparte y se integra realmente en su pueblo el rito de la circuncisión. Pero en este marco, lo importante es que se le impone el nombre de Jesús como lo había indicado el ángel tanto en la anunciación a María (Lc 1,31) como en la anunciación a José (Mt 1,21). Y Mateo nos da la explicación: porque él salvará a su pueblo de los pecados. Es necesario que la Iglesia aparezca ante el mundo, mediante gestos y palabras, como la servidora de todos, al nivel de todos para llevar el mensaje de Jesús a todos. Nos cuesta mucho a los creyentes esta tarea testimonial. Jesús nos urge y nos indica que este es el camino más eficaz de evangelización. Pero va delante abriendo camino acompaña a los suyos invisible pero permanentemente.