Los discípulos del Señor no pidieron ni riqueza, ni poder, ni sabiduría, ni bienestar, ellos todo eso lo tenían estando cerca de Jesús. Pero les faltaba algo importantísimo: La fe. Por ello en los santos evangelios hay algunas veces que de manera puntual, los discípulos le hacen a Jesús una petición vital para su relación con respecto a Él, hoy es una de esas veces; sus discípulos le van a pedir: “Auméntanos la fe”.
En otra ocasión le habían pedido: “Enséñanos a orar”. A medida que Jesús les descubre el proyecto de Dios y la tarea que les quiere encomendar, los discípulos sienten que no les basta la fe que viven desde niños para responder a su llamada. Necesitan una fe más fuerte, más robusta y más vigorosa. Toda la fuerza es poca para poder afrontar las dificultades que en la vida se nos van a ir presentando.
Desde su nacimiento en el año primero de nuestra historia, ya han pasado más de veinte siglos, a lo largo de todo este tiempo, los seguidores de Jesús han vivido años de fidelidad al Evangelio y horas oscuras de desasosiego y sombras. Tiempos de una fe fuerte y también de crisis e incertidumbres algo alarmantes. Ante esta vivencia experimentada nos preguntamos: ¿No necesitamos pedir de nuevo al Señor que aumente nuestra fe?
Por eso hoy también nosotros decimos: Señor, auméntanos la fe. Enséñanos que la fe no consiste en creer algo sino en creer en ti, Hijo encarnado de Dios, para abrirnos a tu Espíritu, dejarnos alcanzar por tu Palabra, aprender a vivir con tu estilo de vida y seguir de cerca tus pasos. Sólo tú eres quien “inicia y completa nuestra fe”.
Auméntanos la fe. Danos una fe centrada en lo esencial, purificada de adherencias y añadidos postizos, que nos alejan del núcleo de tu Evangelio. Enséñanos a vivir en estos tiempos una fe, no fundada en apoyos externos, sino en tu presencia viva en nuestros corazones y en nuestras comunidades creyentes.
Auméntanos la fe. Haznos vivir una relación más vital contigo, sabiendo que tú, nuestro Maestro y Señor, eres lo primero, lo mejor, lo más valioso y atractivo que tenemos en la Iglesia. Danos una fe contagiosa que nos oriente hacia una fase nueva de cristianismo, más fiel a tu Espíritu y tu trayectoria.
Auméntanos la fe para vivir identificados con tu proyecto del reino de Dios, colaborando con realismo y convicción en hacer la vida más humana, como quiere el Padre. Ayúdanos a vivir humildemente nuestra fe con pasión por Dios y compasión por el ser humano.
Auméntanos la fe y enséñanos a vivir convirtiéndonos a una vida más evangélica, sin resignarnos a un cristianismo rebajado donde la sal se va volviendo sosa y donde la Iglesia va perdiendo extrañamente su cualidad de fermento. Despierta entre nosotros la fe de los testigos y los profetas.
Auméntanos la fe y no nos dejes caer en un cristianismo sin cruz. Enséñanos a descubrir que la fe no consiste en creer en el Dios que nos conviene sino en aquel que fortalece nuestra responsabilidad y desarrolla nuestra capacidad de amar. Enséñanos a seguirte tomando nuestra cruz cada día.
Auméntanos la fe… auméntanos la fe… y te experimentemos resucitado en medio de nosotros renovando nuestras vidas y alentando nuestras comunidades. Auméntanos la fe le piden los apóstoles a Jesús: «sumemos nosotros más fe a la que ya tenemos».
padre carmelita Antonio Jiménez