viernes 18 octubre 2024
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Domingo 21 octubre. Domingo 29 Tiempo Ordinario (Ciclo b)

· Primera lectura: Isaías 53, 10-11.

· Salmo responsorial: Salmos, 32. “Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

· Segunda Lectura: Hebreos Santiago 5, 1-6.

· Evangelio: Marcos 10, 35-45.

Una de las tentaciones que nos acompañan a los seres humanos con demasiada facilidad, es aquella de pensar que «cualquier tiempo pasado fue mejor». Es cierto que la memoria endulza los recuerdos y suaviza los disgustos, hasta el punto de que incluso llega a falsificar los hechos…

 

Algo de eso es lo que nos ocurre a los cristianos con nuestra imagen de Jesús y sus discípulos. Pensamos que aquella primera comunidad, que además tenía la suerte de tener la presencia de Jesús, era un grupo ideal, donde todo iba a «pedir de boca», donde todos «pensaban y sentían lo mismo».Pero la vida es tozuda, y el evangelio de hoy nos muestra que nada más lejos de la realidad, que eso no era así, ni mucho menos. Los discípulos lo habían dejado todo para seguir al Maestro, es cierto. Pero su corazón no era plenamente de Dios porque sus claves eran mucho más humanas, mucho más mundanas. 

 

Sus claves eran la de la fama y el poder, esas que tantas veces vemos en nuestra sociedad. Y el problema es, que de Dios no sólo podemos ser un poco, que es nuestra gran tentación. Se es plenamente de Dios o no se es. No podemos serlo a tiempo parcial ni a medias.Si miramos a nuestro alrededor, y nos preguntamos quien triunfa o quien es importante, posiblemente vendrá a nuestra mente algún actor o algún deportista famoso.

 

También podemos encontrarnos con una campaña de publicidad protagonizada por una modelo de llamativa belleza. O dentro de pocos días en nuestra tierra, todas esas marquesinas publicitarias se llenaran de dirigentes políticos, quienes nos piden que confiemos en ellos para dirigir los destinos de Andalucía durante los próximos años.Pues ninguna de esas respuestas parece encontrar hoy eco en el fragmento del evangelio de Marcos que vamos a escuchar en la eucaristía dominical. De nuevo se ve que las «cuentas» de Dios no son las nuestras. Nuestras «medias tintas» están muy lejos del Reino de Dios.

 

Hoy dos de los discípulos, los hijos de Zebedeo, le piden a Jesús un puesto de honor en su Reino. Es normal. Le han escuchado hablar de ese nuevo Reino y quieren asegurarse un buen puesto, cuando llegue el momento. Caen en la tentación del poder, de creer que nosotros podemos mandar y hacer que las cosas vayan bien gracias a nuestras capacidades y méritos.

 

Esto enfada a sus compañeros al oír la petición (porque en el fondo piensan aquello de que sabrán éstos, cuando yo soy quien mejor lo puedo hacer). Y también lo hace Jesús cuando se da cuenta de que su predicación está cayendo en «saco roto», que a pesar de sus enseñanzas, sus amigos no han comprendido el mensaje que Él ha querido transmitir con su vida.Así se entiende mejor el final del texto del evangelio de hoy, la clave que hay detrás de la vida del Señor: la vida es para darla no para retenerla. Igual que el agua que tomamos en nuestras manos y se nos escapa entre los dedos si queremos retenerla, pues así ocurre con el amor, el motor de nuestra vida.

 

Y en la Iglesia ese amor tiene una característica que ha de brillar con luz propia: el servicio, el vivir para los demás. Lo va a repetir una y otra ver Jesucristo. Y llegará a mostrarlo con un elemento diferenciador del ser cristiano: los poderosos del mundo han venido a ser servidos, pero nosotros estamos llamados a servir. Entre nosotros, pero sobre todos con los hermanos, pues el evangelio que leerán muchos de nuestros hermanos hoy será nuestra vida. Ojala podamos ser Buena noticia para ellos.Con esa esperanza, desearos a todos un feliz y santo fin de semana.

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