· Primera lectura: Dt. 30, 10-14: “El mandamiento… Está en tu corazón y en tu boca”
· Salmo responsorial: Salmo 18, 8-11 “Los mandamientos del Señor son rectos…”
· Segunda lectura: Col 1, 15-20: “Cristo… es la plenitud”.
· Evangelio: Lc 10, 25-37: “Amarás al Señor… con todo tu corazón. Y al prójimo como a ti mismo”.
En pleno año jubilar de la misericordia las lecturas de hoy vienen como anillo al dedo. Por activa y por pasiva nuestro Papa Francisco insiste una y otra vez con perseverancia machacona en la necesidad de la misericordia, del perdón y del amor en un mundo profundamente necesitado de ello.
En efecto, una mirada global al actual panorama mundial de las relaciones humanas nos debe hacer reflexionar una y otra vez en la necesidad de establecer dinamismos de convivencia, de fraternidad, de respeto, solidaridad y empatía, es decir de amor. Partiendo de esta realidad el cristiano, basado en el mensaje que se nos ofrece en las lecturas de este domingo, puede hacerse las siguientes reflexiones.
En un mundo en el que se asesina, se tortura, se destruye, se aniquilan personas a gran escala en el nombre de un dios inventado y fabricado por el odio fanático, el sectarismo despiadado y la mentalidad satánica, el cristiano, a imitación de su Señor Jesús, muestra en su vida de cercanía, solidaridad y eficacia evangélica hacia los más pobres, la ternura de un Dios amor que restaña las heridas, sana a los enfermos, restaura la fuerza de los débiles, y levanta al caído inerme e indefenso.
En un mundo donde existe tanta guerra y violencia, el cristiano, anclado en la fe de un Dios que asume la condición humana hasta las últimas consecuencias, que proclama la paz ilimitada y perenne entre todos los pueblos, debe erigirse como baluarte y enseña de la fraternidad universal generada en nuestra mutua condición de hijos de Dios.
En un mundo donde se pisotean los más elementales derechos humanos, el cristiano, discípulo de Jesús proclama la igualdad universal de todo ser humano digno del mayor respeto, independientemente de su nacionalidad, raza, lengua o religión, sujeto precioso y preciso del amor infinito de un Dios amor que invita permanentemente al amor de los demás.
Todo cristiano, seguidor de Jesús, hijo de la Iglesia, debe tomar conciencia de que el amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón con todo tu ser y con toda tu alma, y al prójimo como a ti mismo debe grabarse, con letras de fuego generadas en el Espíritu divino del amor, en los más profundo de sus entrañas, generando misericordia y piedad, compasión y ternura hacia todo ser humano que sufre, necesitado, perseguido, humillado y envilecido; este talante y estilo, además de transformarse en un himno perenne de alabanza al Dios de la vida, de la misericordia, de la acogida y del perdón, se convierte en un formidable instrumento de testimonio y vitalidad del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús.
padre trinitario Domingo Reyes