sábado 28 septiembre 2024
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Domingo XXVI del Ciclo B: “El Evangelio habla de lo que es aceptable”

Es continuación del domingo pasado en el que veíamos a Jesús dando a sus discípulos la recomendación suprema: “el que quiera ser el primero, que sea el servidor de todos”. Y puso el servicio, para cuantos queramos seguirle, en el centro de la vida.

A veces, hay personas que preguntan: ¿qué puedo hacer por los demás? Yo suelo decirles: “comienza estando atento a los demás, ya que el servicio comienza por la atención. Sin embargo, algunos erigen su yo como el centro exclusivo de su vida, y todo lo filtra su ego. Olvidan entonces que la madre del servicio es saber estar atentos a los demás. Solo así podremos descubrir lo qué hemos de hacer.

Recuerdo, con tristeza, una señora que un día me dijo que su esposo era un mueble. Que jamás le dirigía la palabra. Jamás podía mantener una conversación con él. Estemos atentos. Solo así se puede servir como el Señor quiere.

Pero, hoy, Jesús da un paso más y dice que todo aquel que practica el servicio es de los suyos, aunque no lo sepa. A esta enseñanza dio pie la petición de Juan:
-Hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.

Y Jesús le dice: “todo el que hace el bien es de los nuestros, no se lo impidáis”.
Por ello, si hacer el bien es lo que Jesús nos pide, lo opuesto, el escándalo, es intolerable. Y por tanto, quien escandaliza a uno de estos “pequeñuelos”, dice Jesús, “a ese más le valdría que le amarrasen una piedra de molino y lo echaran al mar.”

¡Cómo fustiga Jesús el escándalo! Es esta una de las sentencias más duras del evangelio. ¡Ojo, por tanto, con el escándalo!

Mas no olvidemos que la seducción al mal, también puede proceder de nosotros. Por lo que Jesús añade: si tu mano, tu pie o tu ojo te escandalizan, es decir, te llevan al mal, cuidado, sé tan inmisericorde contigo como con el seductor que quiere apartar del camino a uno de estos pequeñuelos.

Preguntémonos entonces: -¿Estoy atento a los demás? ¿O escandalizo? No digamos, que lo que hacemos lo hacen todos. Ante Dios hemos de presentarnos de uno en uno.

-¿Apoyo a los que escandalizan, ya sean personas o programas escandalosos?

-¿En mi vida, contra qué debo luchar, para no apartarme de lo que debe ser mi camino de amor y servicio?

Hoy, el Señor, muerto y resucitado, se hace presente en su Palabra y en su Pan, para buscarnos y servirnos.

Qué alegría: cuando uno sirve a los demás, se abre al amor del Señor que nos busca.

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