viernes 22 noviembre 2024
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Domingo XXXI del Tiempo Ordinario: La verdad en el otro

“Haced lo que dicen, pero no lo que hacen” 


La Palabra de Dios que se proclama este domingo resulta especialmente directa. Quizá podamos caer en la tentación de creer que tiene poco que ver con nosotros, dado que las palabras del propio Jesús atacan directamente a una clase muy en concreto de su tiempo, la clase sacerdotal. Creo que todos podemos aplicarnos este mensaje.  De hecho, se podrían hacer tres reflexiones, a cual más importante.
 
 Primera, el mensaje de Jesús es una invitación a prestar atención a aquello de verdad y de bondad que haya en el otro. Las limitaciones humanas de quien transmite esas verdades no hacen que las verdades sean menores, aunque esto la mayoría de la veces nos es difícil llegar a admitirlo. Las palabras de Jesús anos invitan a creer aquello que es la verdad y vivir conforme a ella, más allá de las limitaciones del que nos habla, del que nos la presenta. 
 
Difícil tarea, es verdad, pero es necesaria para poder encontrar el camino que Él espera que sigamos. Normalmente solemos unir mensaje, con comunicador, y tendría que ser así, pero por desgracia no lo es. Por eso la advertencia de Jesús, “Haced lo que dicen, pero no lo que hacen” sigue teniendo actualidad hoy, y la tendrá siempre. Pero Jesús nos previene para que esto no sea excusa, para no hacer lo que Él sabemos que nos pide, porque en última instancia, nuestra referencia no es el que nos habla, sino que la última referencia es Él, y Él sí que no nos falla nunca.
 
Segunda, Jesús sabía que la peor de las falsedades es la de exigir permanentemente al otro que descubra sus obligaciones y las cumpla, cuando quizá estás descuidando las tuyas. Seguro que se nos viene a la cabeza, el gesto serio de algunas personas que nos dicen lo que debemos hacer los demás, personas que nos generan sensación de agobio, porque no tienen límites a la hora de exigir a los otros; tras lo que debemos hacer, nos dirán lo que debemos pensar, lo que debemos creer, lo que debemos sentir… Y en la mayoría de las ocasiones, además, sin la más mínima paciencia ni misericordia. Jesús, por el contrario reclama más ayuda y menos cargas. Es un Maestro que jamás pide por encima de las posibilidades de cada uno. 
 
Tercera, Jesús recrimina duramente a aquellos que no son capaces de arrimar el hombro, de ayudar, de tener una mínima actitud de implicarse con el otro. Muchas veces se nos llena la boca como deben ser los demás: pacientes, tolerantes, misericordiosos, serviciales, fieles, coherentes…sin darnos cuenta de que eso lo debemos ser también nosotros. O sea, que el consejo, tiene que ser practicado primero por uno mismo.
 
La lectura del evangelio de hoy es por tanto una llamada a echar una ojeada a nuestro interior y ver que estamos haciendo, si estamos echando fardos pesados sobre los demás sin ayudarles, y, peor aún, sin darnos cuenta de que también nosotros necesitamos conversión. La Palabra de Dios hoy trata cosas tan de la vida de cada día que parece que son poco trascendentes, cuando en realidad no es así. El reconocer siempre los fallos de cada uno es el mejor camino para progresar, y para hacer que te pienses dos veces a la hora de emitir juicios sobre los demás de terminadas cosas que quizá nos cuesta admitir en cada uno de nosotros.
 
padre Antonio Jiménez López, carmelita
 
 
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