· Primera lectura:
Proverbios 31, 10-13. 19-20. 30-31.
· Salmo responsorial:
Salmo Salmos 127. “Dichoso el que teme al Señor”
· Segunda lectura:
1 Tesalonicenses 5, 1-6.
· Evangelio: Mateo 25, 14-15. 19-21.
Queridos hermanos: En este domingo nos encontramos con una celebración histórica en la larga vida de nuestra Iglesia. En este domingo celebramos, por vez primera, la Jornada Mundial de los Pobres. Es uno de los pocos frutos que parecen perdurar en el tiempo del pasado Jubileo de la Misericordia. Así nos lo ha querido recordar su inspirador, el Papa Francisco, cuando presentaba dicha jornada:
“Al final del Jubileo de la Misericordia quise ofrecer a la Iglesia la Jornada Mundial de los Pobres, para que en todo el mundo las comunidades cristianas se conviertan cada vez más, en signos concretos del amor de Cristo por sus favoritos, por los más necesitados.
Quisiera que, a las demás Jornadas mundiales establecidas por mis predecesores, que son ya una tradición en la vida de la Iglesia, se añada esta, que aporta un elemento delicadamente evangélico y que completa a todas en su conjunto, pues nos recuerda la predilección que tiene el propio Jesús por los más pobres, por los últimos”.
Así quiso situar esta nueva joranada en el domingo 33 del Tiempo Ordinario, el domingo anterior a la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, que es el final del Año litúrgico. En el fondo, el objetivo es hacer una fuerte llamada a nuestra conciencia creyente, de modo que estemos cada vez más convencidos de que compartir nuestra vida y nuestra fe con los más pobres es lo que nos permite entender la verdad más profunda del Evangelio.
Me refiero a que aunque nos parezca otra cosa, para nosotros, para los cristianos, los pobres no son un problema o una incomodidad. Son un camino privilegiado al que podemos acudir para acoger y vivir a fondo la esencia de la Buena Noticia. Ni más, ni menos. Y el lema que se nos propone para este día no deja lugar a dudas: «No amemos de palabra sino con obras».
Por ello, llegando a esta celebración se ha ido concretando como se puede vivir esta jornada, pues el Papa dejaba la iniciativa a las iglesias locales, a las distintas comunidades a la hora de celebrar este día. Porque la celebración de esta Jornada es una ocasión especial para poner de manifiesto la participación y la aportación de los más pobres en la vida de las comunidades como un verdadero signo de evangelización y compromiso.
Así, por ejemplo, en la diócesis de Roma, además de una vigilia de oración y la celebración de la misa por el Santo Padre en la Basílica de San Pedro, se ha organizado una comida especial para estos «invitados» especiales en los comedores sociales de la ciudad, y en el aula Pablo VI dentro del propio Vaticano. En el fondo, lo que se pretende es agrandar hoy nuestras mesas para que tengan un lugar muy especial en ella los más pobres de nuestra comunidad y de toda la tierra.
Todo esto se ve acompañado, en este domingo, por una nueva parábola, la de los «talentos». En esta parábola nos hace el Señor responsables de todo lo que hagamos de bueno, o del bien que dejamos de hacer. Y lo hace con una insistencia, que no encontramos en ningún lugar del evangelio.
Él pone en nuestras manos sus «talentos», muchos más de los que a veces somos conscientes. Pero si en lugar de ponerlos «en juego», nos dedicamos a esconderlos, a guardarlos, nos vamos a encontrar con quien nos los dio, pidiéndonos cuentas de ello. Somos los responsables de ellos. Y el pecado de omisión es el gran riesgo que se nos presenta. Por ello, no da igual lo que hagamos, no cabe esperar cruzados de brazos, a la vuelta del Señor.
Ojalá el Señor nos conceda mucha generosidad en el poner en juego todos esos «talentos» al servicio de nuestros hermanos, especialmente de los pobres, de los más queridos por Dios en este día a ellos dedicados. ¡Buen y santo fin de semana para todos!
padre Juan Manuel Ortiz Palomo