Dios ha dado muchos dones al Papa Francisco. Creo que hay uno que se percibe con mucha claridad: el amor del Papa a nuestra Madre Santa María. El Santo Padre nos da un consejo maravilloso: “Si nos acercamos a la Virgen, ella nos hará descubrir la belleza del encuentro con Cristo”.
La Santísima Virgen es siempre el camino más corto para llegar a Jesús. A las personas que han visto a la Virgen en sus apariciones se les ha preguntado cómo es ella. Al contestar siempre han hablado de su belleza, de su sonrisa, de su maternal ternura, de su tristeza al referirse al pecado.
La Virgen se apareció en Lourdes a Santa Bernardette. Le preguntaron qué sintió al ver a Santa María. Ella contestó: “Lo único importante era seguir viéndola.” Y esto no es sentimentalismo barato. El Papa Benedicto XVI en una homilía en el Santuario de Lourdes nos decía: “Buscar la sonrisa de María no es sentimentalismo. Es lo normal en una relación profundamente humana con ella”.
Tenemos que vivir como lo que somos, como personas que tienen corazón, y por eso nos hace falta dar cariño a María. Decía un sacerdote santo que ama mucho a la Virgen: La Virgen está sonriendo. Nos sonríe, como una madre buena, aún en los momentos en que no nos portamos bien.
Continuaba el sacerdote diciendo que a los padres que le hablaban de reñir y dar cachetes a los hijos, les aconsejaba: Así no lograrás nada. Sonríe. ¿Y si se porta mal?, respondían los padres. Pues, sigue sonriendo. Y al día siguiente, o a la semana, sin dejar de sonreír, cuando no estéis ya enfadados, le decís lo que tenéis obligación de decir. Y concluía: Pues la Madre de Dios, como posee todas las perfecciones, nos sonríe siempre.
Se dice que el Santo que ha dicho las cosas más bellas de nuestra Madre ha sido San Bernardo. Estas palabras son suyas: “No apartes los ojos del resplandor de esta Estrella, si quieres no ser oprimido por las borrascas”.
“Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas en los escollos de las tribulaciones, mira a la Estrella, llama a María, mira a María”.
“Si comienzas a ser sumido en la sima sin suelo de la tristeza, en el abismo de la desesperación, piensa en María”.
“En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón”.
“No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si en ella piensas. Si ella te tiende su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás, si es tu guía; llegarás felizmente al puerto, si ella te ampara”.
¿Tenemos cerca de nosotros, en nuestra casa, cerca del ordenador, en el móvil, en nuestro lugar de trabajo, en nuestro coche… una imagen de la Santísima Virgen a la que dirigir nuestra mirada? Así ella iluminará hasta el último rincón de nuestra alma.
Creo que todos al mirar nuestra vida nos damos cuenta de tantas cosas que hemos hecho mal; de tantas cosas buenas que hemos dejado de hacer. Y entonces reconocemos que muchas veces no hemos sabido caminar al paso de Dios. Pero si nos refugiamos en el Corazón de Santa María, Madre nuestra, ella nos hará recuperar el tiempo perdido. Ella hará que todo se arregle en nuestra vida. Ella nos cogerá de la mano y nos llevará a la Confesión donde encontraremos ese Amor insondable que Dios nos tiene.
padre José María Valero
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