Una vez más, ¡feliz Pascua de Resurrección! Va avanzando nuestro tiempo de alegría y de felicidad por la resurrección de nuestro Señor, Jesús, y el evangelio de cada domingo nos va mostrando cada vez más enseñanzas que creíamos tener aprendidas, pero que apaciguan la incertidumbre creada tras la resurrección de Jesús, puesto que su tiempo en la tierra se había cumplido y estaba próximo a marcharse.
En el evangelio de Juan de este cuarto domingo del tiempo de Pascua, se nos muestra una enseñanza a modo de afirmación, breve pero concisa. Como dice el refrán, “lo bueno, si breve, dos veces bueno”, este evangelio puede presumir de ello. En él, Juan nos narra cómo Jesús afirma que nosotros, las ovejas, escuchamos su voz y que Él nos conoce y le seguimos, porque nos dará vida eterna. Pensemos en un momento en un rebaño de ovejas.
Todas siguen la órdenes del pastor, porque saben que las guarda y les garantiza tranquilidad y bienestar en su día a día, algo muy preciado por las ovejas para poder vivir sin los acechos de otros seres vivos salvajes que les puedan causar peligro. Así somos nosotros: somos ovejas de un rebajo construido por el “buen Pastor”, que seguimos con ansia sus instrucciones porque nos garantiza esa vida eterna de la que tanto nos ha hablado. Y Jesús, como buen Pastor, conoce individualmente a cada una de las ovejas de su rebaño, es decir, nos conoce a cada uno de nosotros. Y todo esto, nada ni nadie lo podrán cambiar porque nadie nos podrá apartar del Amor de Dios.
Este fin de semana nos encontramos de celebración en la Hermandad del Rocío. Hoy sábado, en el tercer día de triduo, “nuevas ovejas” del rebaño del Señor, que han escuchado su voz por intercesión de María Santísima del Rocío, afianzarán su compromiso con el Señor y con el resto del rebaño de su Iglesia mediante la imposición de la medalla de la corporación.
Ello hará que, desde ese momento, todos nos alegremos con ellos porque han escuchado la voz del Señor, han optado por seguirle, por dejarse conocer por Él y ya, nada ni nadie, los apartará de este rebaño de Hermandad si son fieles al Amor del Señor. Por tanto, queridos lectores, sed fieles al Señor, abrid vuestros oídos a su Palabra y dejaros impregnar por el aroma a oveja de los que se sienten parte de un rebaño guiado por el mejor de los pastores, que es nuestro Señor.