Hoy, por primera vez, las campanas de la Trinidad repicarán a gloria, para acoger a todos los antequeranos y honrar la memoria de nuestra venerable paisana Madre Carmen. Una bendita mujer que a lo largo de toda su vida supo agradar a Dios cumpliendo su voluntad entre los hombres.
Muy a menudo, al pasar por la Victoria, suelo entrar a visitar a Madre Carmen. El eco de sus palabras en el zaguán de su capilla, me hacen meditar no sólo de mi vocación, sino del plan que Dios tienen trazado sobre mi vida.
Madre Carmen decía: “No desconfiemos nunca de la Divina Providencia”. En muchas ocasiones el ser humano se siente solo, desamparado, desprotegido, sin un norte a seguir. La Beata Carmen, en sus momentos de dolor y de sufrimiento, supo esperar en Dios, aprendió a leer los renglones torcidos de su Maestro, sintiéndose protegida en su soledad por la mano providente de Dios. Es más, en el momento del aprieto no desconfió en el Señor. Gran lección que podemos aprender de ella, todos los que la veneramos y la sentimos como protectora. Sentirnos protegidos y llevados sobre los hombros de Cristo el Buen Pastor.
“Confío en Dios, que de todo me sacará en Paz”. La confianza en la Providencia, el amor al Corazón de Jesús, es la garantía de saberse querido por Dios, experimentando una paz no humana sino divina. Paz, que es capaz de transformar nuestras vidas, encontrándonos con el Señor y ofrecer todo lo que tenemos al servicio del Reino.
Hoy, el mundo más que nunca necesita poseer esa paz. Una paz que rompe la noche oscura del alma, la paz que da luz a todas nuestras tinieblas y nos invita a ver las cosas desde la mirada misericordiosa de Dios. Una paz que sólo la alcanzaremos si nos lanzamos al pozo de la misericordia, confiando plenamente en Aquél que nos amó primero.
“Virgen Santísima, hacedme amar a Jesús”. María, la gran intercesora, nuestra madre buena es la que nos anima a no desfallecer. Una madre conoce muy bien a sus hijos. La Virgen, nuestra madre del cielo sabe de qué pie cojeamos, y en los momentos más difíciles escucha los llantos del niño que llevamos en nuestro interior. Madre Carmen nos enseña a amar a María, a tenerla siempre presente a nuestro lado, sabiendo que
Ella es el mejor camino hacia su hijo Jesús, creyendo que Ella es la más idónea para enseñarnos amar al fruto de sus entrañas, y aunque desesperemos en la prueba, nos dará el consuelo para alcanzar la meta del amor.
“Bendito sea Dios, que tanto nos quiere”. Es el sentirse tal y como somos queridos por Dios. Somos su ojito derecho. Con nuestros fallos y debilidades Dios nos quiere con locura. Esa es la experiencia de Madre Carmen. Dios nos bendice con mucha clase de beneficios. Y de sea bendición de Dios, brota la bendición del hombre. Cada día tenemos más de mil motivos para dar gracias a Dios, para bendecir su nombre y de experimentar su amor. “Tanto nos quiere”, que nos da la gracia de abrir los ojos cada mañana, la oportunidad de encontrarnos con las personas a las que amamos y de sentir su presencia a nuestro lado. Nos quiere y es bendito porque estamos tatuados en la palma de su mano, y cada día va haciendo de nuestra vida una carta de amor, para que sea leída y proclamada a todas las naciones de la tierra.
Por estos cuatro motivos, la Parroquia de la Santísima Trinidad y la comunidad de Hermanas Franciscana del Colegio de la Inmaculada quiere invitarles a la Solemne Eucaristía de Acción de Gracias por la Vida y Obra de Madre Carmen. Nos reuniremos alrededor de la mesa del Señor, hoy sábado nueve de mayo a las 20 horas en la Parroquia de la Santísima Trinidad. No faltes a la invitación, Madre Carmen te llama para Bendecir al Dios que tantos nos quiere.
padre Manuel García López
