Mensaje de las lecturas
· Primera lectura, Eclesiástico 24, 1-2.8-12. La sabiduría será bendita entre los benditos.
· Salmo, La palabra se hizo carne.
· Segunda lectura, Ef. 15, 3-6.15-18. Jesucristo dé sabiduría para conocerlo.
· Evangelio, Jn. 1, 1.18. La Palabra se hizo carne.
Sabiduría Evangélica
Las lecturas de este II Domingo de Navidad hablan de sabiduría. Pero la sabiduría de la que hablan es muy diferente a lo que entendemos habitualmente cuando empleamos esta palabra en nuestro contexto personal y colectivo.
En un primer momento, referido al Antiguo Testamento, la palabra se centra en la idea de sabiduría, referida a una cualidad por la cual una persona orienta su vida de forma sabia. Es decir se comporta teniendo fundamentalmente en cuenta su referencia a Dios; Lo cual conlleva un estilo de vida y existencia acorde con su voluntad. Posteriormente la palabra se personifica en el Hijo, hecho carne en Jesús de Nazareth. Jesús es pues nuestra sabiduría, o mejor, Jesús, como sabiduría divina es la referencia de la vida humana, su sentido, su norte, su clave y su orientación vital.
Es por ello que esta sabiduría es bendita entre lo benditos, como dice la lectura primera, pues se ha hecho carne, como dice el salmo; vive, goza, sufre y muere entre y por nosotros; experimenta nuestra condición humana de forma cruda, ácida, amarga hasta la última gota… y triunfa de todo mal con su resurrección. Es Jesucristo que, siendo él mismo sabiduría, nos comunica la misma siempre que nosotros la queramos aceptar. Y esta es la clave.
La clave que puede cambiar radicalmente nuestra vida, la personal y comunitaria, siempre que nosotros nos dejemos guiar por su luz, una luz que ilumina pero que exige un compromiso personal para alcanzarla y para que transforme nuestra vida. No nos serviría de nada saber que Jesús es nuestra verdad si nos resistimos a interiorizar en nuestra vida esta verdad y ponerla en práctica.
De nada nos sirve saber que Jesús es la paz si sembramos discordia y guerra a nuestro alrededor. Es justicia, igualdad, misericordia y perdón, pero es estéril e ineficaz en nuestra vida si no nos dejamos modelar por su mensaje de cercanía, comprensión y disponibilidad siempre, en todas partes, con todo el mundo.
La respuesta a la pregunta fundamental por el sentido de la vida humana está en el Evangelio, mensaje de amor que una figura sublime como la de Jesús nos enseña con su palabra. Por eso en cuanto cristianos debemos reflexionar sobre el grado de vinculación que la figura y enseñanza de Jesús representa en nuestra vida.
¿Es Jesús sabiduría quien rige nuestra vida? ¿Nos dejamos apasionar por sus valores y enseñanzas? ¿Estamos dispuestos a sumir el amor incondicional en nuestra vida diaria al estilo del espíritu de las bienaventuranzas? ¿El evangelio representa una guía habitual y frecuente en las diversas vicisitudes y circunstancias de nuestro acontecer diario?
¿Qué significa para mí, cristiano y seguidor de Jesús, la vida, la misericordia, la solidaridad, el perdón? ¡Respondámonos con seriedad, honestidad y clarividencia evangélica, siempre pero especialmente en estos días.
padre trinitario Domingo Reyes